El imaginario del doctor Parnassus es más rara que un perro verde. Hay que decirlo así.
Igual que Alicia en el País de las Maravillas, pese a ser una obra maestra incontestable, es también una fumada de su autor, Lewis Carroll, esta película es la fumada de Terry Gilliam, que es experto en la recreación de mundos extraños con su inimitable estilo visual, pero que aquí se pasa tres pueblos porque directamente es imposible seguir una historia tan rara y bizarra. Ni siquiera el desfile de potentes protagonistas masculinos es suficiente para animar la función. No hay nada en la narración que emocione o despierte sentimientos positivos en el espectador, porque nunca se sabe si detrás de la rareza argumental de la película hay algo más o es un simple ejercicio de estilo.
Resbalón de Gilliam, desgraciadamente.

Lo mejor: El diseño de producción, disfrutar por última vez de Heath Ledger y el trabajo lleno de amor y solidaridad de Christopher Plummer, Colin Farrell, Johnny Depp y Jude Law.
Lo peor: No tiene ni pies ni cabeza, es pesada y no se entiende nada.