¿Por qué fracasó Waterworld como lo hizo, hasta el punto de casi destruir la carrera de los dos Kevin, Reynolds y Costner (más del primero que del segundo, lógicamente, porque Costner todavía gozaba de mucho prestigio gracias a Bailando con lobos, Robin Hood y sus demás éxitos de los 80 y los 90)? Al fin y al cabo, James Cameron, sin ir más lejos, hizo algo no muy diferente (a efectos de objetivos) e igualmente megalómano con Avatar y consiguió la película más taquillera de la historia.
Pues muy sencillo. Porque Waterworld es un desastre. Sin más. No un desastre completo, porque por lo menos se puede ver y resulta entretenida, y sus (entonces) muchos millones de dólares de presupuesto lucen, sin duda, pero cuesta pensar en cómo se le dio luz verde a todo lo que se ve en esta película. Cómo se pensó que ese reparto era adecuado, cuando Dennis Hopper va como alma en pena, Costner no cambia la cara en las dos horas de metraje, y la pobre Jeanne Tripplehorn no pega nada en todo este tinglado. Cómo se aprobó que la película entera tuviera esa estética tan fea. Es de las películas más feas que se recuerdan, con esos barcos que parecen bodegas viejas y esos vestuarios zarrapastrosos a medio camino entre ciudadanos de Tattoine venidos a menos y piratas del Caribe de saldo. Y, sobre todo, cómo se pensó que un guion tan pobre podía ser rodado tal cual. Y ojo, que la premisa daba para haber hecho algo potentísimo, y encima de rabiosa actualidad, pues efectivamente este podría ser el destino de la Tierra dentro de quizás menos años de los que nos imaginamos, pero el desarrollo de personajes es nefasto y la propia narración no consigue emocionar ni enganchar en ningún momento.
Sencillamente, un colosal fallo, y una de las oportunidades más desaprovechadas de la historia del cine.

Lo mejor: Entretiene, y sin duda cuenta con un impresionante despliegue de medios.
Lo peor: Es una película equivocada de principio a fin.