Pues una de las peores películas que he visto en mi vida, y ya van, oficialmente, más de once mil ochocientas. Así que...
Es que es ridícula, con empleo de la música rimbombante en numerosas ocasiones como la "siniestra" aparición del personaje de Frank Braña o en la simpática escena en la que una de las mujeres de la familia se mete una armónica entre las tetas.
Miguel Iglesias, el ¿realizador?, emplaza reiterativamente la cámara en detalles para ayudar al espectador a que sepa cuál es el personaje que ha aparecido en una "importante" escena, viéndosele sólo sus zapatos. Por eso que en otra escena la cámara se detiene en los zapatos. Pues, Sr. Iglesias, muchísimas gracias por el detalle, que como somos tontos no lo hubiéramos pillado sin su ayuda...
Por otra parte los flash-backs familiares resultan demoledores pues producen más que aclaración de algunos hechos, auténtica vergüenza ajena.
Pero hay más... negativo siempre, claro, como repetir escenas varias veces.
Y lo peor de todo es comprobar en Internet que Miguel Iglesias ganó ex-aequo el premio al mejor director en el Festival de Sitges de 1971.
No sé si el Jurado que otorgó el premio lo hizo tras una noche de borrachera, de cachondeo, o quizás porque en copias extranjeras "perpretó" su realización bajo el pseudónimo de Michael Skayfe y pensaron que se trataba de un director extranjero y había que quedar bien internacionalmente. Si fue porque pensaron que en realidad se lo merecía, ¡Santo Dios!.
De horror, no, horrorosa, sí.

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