Entretenido pero no convincente thriller, beneficiado por la meritoria labor interpretativa, aunque algo pasada de rosca en algunas escenas, de John Leguizamo, su protagonista. También la recuperada Rosie Pérez, que hace de su esposa, está bien.
Sin embargo la narración de Brad Furman, ilustre desconocido, es algo efectista y no hce sino aumentar la sensación de historia un tanto rocambolesca, aunque verosímil.
Rocambolesca y no demasiado creíble, pues los acontecimientos no tienen demasiada lógica argumental y al final, el protagonista debe salvaguardar su honor en plan Charles Bronson, lo que echa por tierra los apuntes positivos existentes hasta entonces.
Y es que, lo mejor de la película, no es tanto la historia policial, la criminal, sono la familiar, donde vemos cómo intenta el protagonista, sin conseguirlo, llevar una vida normal con su esposa y dos hijos, uno de ellos, la hija mayor, con algún problema con las drogas.
Estas escenas, así como las de intimidad con la esposa, en la cama, son realistas y se ajustan bastante bien a lo que en verdad pudiera suceder en un caso así.
Pero por desgracia, el guión no sigue por ese camino y al final el director se recrea en algunas escenas con movimientos raros, demasiado rápidos, especies de flashes, que no solo no aportan nada a la historia, sino que pudieran incluso confundir.
En resumen, se pasa un rato ameno viéndola, pero deja una sensación de oportunidad perdida para haber hecho algo perdurable.