Buena película, coproducida entre Italia y Francia, que narra una historia donde la mafia está presente como parte del pueblo, una organización a la que todos temen pero a veces necesitan o al menos es la última esperanza del hombre del pueblo para encontrar justicia, a pesar de saber que no la imparte en absoluto, más bien venganza.

Con un exquisito guión, nada menos que a diez manos, entre las que se encuentran las de Federico Fellini y Mario Monicelli, amén del propio realizador (uno de mis favoritos), se logra una cinta interesante de principio a fin, con buenas escenas llenas de tensión dramática, excelentes diálogos y estupendas interpretaciones, sobre todo del gran Charles Vanel como el jefe de la mafia del lugar.

Soberbia fotografía en blanco y negro de Leonida Barboni y un final que invita a la reflexión tras haber asistido a la incansable lucha de un buen hombre frente al miedo de las buenas gentes del lugar y la corrupción de sus fuerzas vivas.
Muy recomendable.

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