¡Feliz 8M! Tengo un grupo de no menos de 500 feministas debajo de mi balcón metiendo ruido con tambores que ni mucho menos es tan molesto como la turra que me comí anoche.

Y es que existen ciertas películas que las puedes dar por vistas con el trailer (a veces son incluso más interesantes que la película completa), otras que las puedes zanjar con solo mirar el cartel, como es el caso de Avatar o Top gun: Maverick, y en un nivel superior están las películas en las que basta con saber el título, y en los Oscar de este año también tenemos 2: “Sin novedad en el frente” y “Ellas hablan”.

Pero mientras que en “Sin novedad en el frente”, a pesar de la carencia de novedades, pasan cosas, en “Ellas hablan”, solo hablan. Pero cuidado, que no se llama “ellas conversan”, porque en realidad no lo hacen, se llama “ellas hablan” porque cada una suelta su perorata sin tener en cuenta lo que ha dicho la anterior, sin moverse, sin hacer cosas y, sobre todo, sin comunicarse. Y distribuidos temporalmente a dedo, hay momentos en los que se ponen a cantar al señor, lo que te lleva a pensar que si se pasan medio día cantando esas mierdas cuando tienen un tema urgente que zanjar, quizá les tendrían que medir el lomo un poco más.

“Ellas hablan” tiene el mismo efecto aturdidor que una asamblea del 15M: sabes que la gente ha dicho cosas grandilocuentes, muy sentidas y realmente urgentes, pero una vez que acaba la gente sigue haciendo lo que estuviera haciendo, con la única preocupación de olvidarse cuanto antes de la retorica verborreica, inmóvil e inteligible de las buenas intenciones.

Y todo se debe a que ambas comparten una estructura poco realista, fantasiosa y voluntariosa en el mal sentido de la palabra, que se traduce en una experiencia poco humana y tan aburrida como leer el BOE, pero que te tienes que comer entera porque le quieres meter la colita a la del pelo azul ¿Verdad que sí, August?