Carol Reed contaba, además de con la extraordinaria fotografía de Robert Krasker, la estupenda actuación de James Mason y un guión aceptable, con un punto de partida intrigante: el atraco que se tuerce por el lado del menos violento de la banda.

Debió quedar una buena película, pero salió regular. Porque sobran personajes que no aportan nada: el tipo de la jaula y el pintor. Y sobran escenas que tres cuartos de lo mismo, como la de la pareja en busca de un rincón discreto. Sobran muchos minutos en que me aburro.

Muy lejos de "El tercer hombre", y pudo estar cerca fácilmente.