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Voto de Izeta:
14.621
Thriller. Intriga. Drama
En una pequeña población de Mississippi, el policía Sam Wood (Warren Oates) descubre el cadáver de un industrial. Poco después, detiene en la estación a un hombre negro que, tras ser interrogado por el jefe de la policía local, Billl Gillespie (Rod Steiger), resulta ser un inspector de la policía de Filadelfia llamado Virgil Tibbs (Sidney Poitier). Ambos policías deciden colaborar para investigar el asesinato. (FILMAFFINITY)
21 de marzo de 2020
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Años 60. Mississipi.
Un hombre negro, bien vestido, desciende del tren en la estación de uno de esos pueblos sureños, aquejados por la pobreza y depresión y la segregación racial.
Al mismo tiempo, a la oficina del sheriff les llega la notificación de que ha sido encontrado asesinado uno de los hombres más ricos del lugar. Un empresario que estaba construyendo una fábrica que daría empleo a gran parte de la mísera población.
No hay duda. El único forastero negro, ese es sin duda. A por él.
Pero, ! oh, sorpresa!. Ese negro va a resultar un grano en el culo de todos los habitantes cuando revele su identidad. Y lo malo es que no se lo van a poder quitar de encima de ninguna de las maneras.
A mí me parece un magnífico policíaco. No por la trama de investigación que, en realidad, ofrece pocas sorpresas, sino por la magnífica atmósfera que Jewison consigue construir donde los odios raciales generan una tensión tan palpable y ominosa con la magnífica actuación que ofrecen sus intérpretes, que durante todo el metraje, sientes esa sensación incómoda de estar sumergido, al igual que Poitier, en una maraña sucia y viscosa de odio y resentimiento visceral.
Y sudas. Sudas durante todo el film como lo hacen ellos. Pero tú no sudas por el insoportable calor sureño. Sudas por el nerviosismo que te genera estar donde sabes que se te odia, al tiempo que te va subiendo a la garganta los mismos humores biliares que notas que se le suben a Poitier, a quien, en su mirada, se le va a notando como le va devorando ese mismo odio que ha intentado, en vano, sacudirse alejándose de esas sucias y sofocantes provincias que lo vieron nacer.
Por lo tanto más que un policíaco es un drama racial. Y Jewison sabe deconstruir esos prejuicios que anidan en todos ellos, incluido el forastero.
Unos prejuicios que datan de muchísimas generaciones atrás. Y que la pobreza, la miseria y la ignorancia de unas regiones olvidadas en el camino del progreso del país, hicieron crónico.
Una gran película. Película de atmósfera, que suelen ser las mejores porque zambullen al espectador y lo involucran, en cuerpo y alma, en las cuitas de sus personajes.
Que les aproveche.
Un hombre negro, bien vestido, desciende del tren en la estación de uno de esos pueblos sureños, aquejados por la pobreza y depresión y la segregación racial.
Al mismo tiempo, a la oficina del sheriff les llega la notificación de que ha sido encontrado asesinado uno de los hombres más ricos del lugar. Un empresario que estaba construyendo una fábrica que daría empleo a gran parte de la mísera población.
No hay duda. El único forastero negro, ese es sin duda. A por él.
Pero, ! oh, sorpresa!. Ese negro va a resultar un grano en el culo de todos los habitantes cuando revele su identidad. Y lo malo es que no se lo van a poder quitar de encima de ninguna de las maneras.
A mí me parece un magnífico policíaco. No por la trama de investigación que, en realidad, ofrece pocas sorpresas, sino por la magnífica atmósfera que Jewison consigue construir donde los odios raciales generan una tensión tan palpable y ominosa con la magnífica actuación que ofrecen sus intérpretes, que durante todo el metraje, sientes esa sensación incómoda de estar sumergido, al igual que Poitier, en una maraña sucia y viscosa de odio y resentimiento visceral.
Y sudas. Sudas durante todo el film como lo hacen ellos. Pero tú no sudas por el insoportable calor sureño. Sudas por el nerviosismo que te genera estar donde sabes que se te odia, al tiempo que te va subiendo a la garganta los mismos humores biliares que notas que se le suben a Poitier, a quien, en su mirada, se le va a notando como le va devorando ese mismo odio que ha intentado, en vano, sacudirse alejándose de esas sucias y sofocantes provincias que lo vieron nacer.
Por lo tanto más que un policíaco es un drama racial. Y Jewison sabe deconstruir esos prejuicios que anidan en todos ellos, incluido el forastero.
Unos prejuicios que datan de muchísimas generaciones atrás. Y que la pobreza, la miseria y la ignorancia de unas regiones olvidadas en el camino del progreso del país, hicieron crónico.
Una gran película. Película de atmósfera, que suelen ser las mejores porque zambullen al espectador y lo involucran, en cuerpo y alma, en las cuitas de sus personajes.
Que les aproveche.
