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Voto de Izeta:
7
5,6
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Comedia
La esposa de un conocido ginecólogo toma una importante decisión: convertirse en actriz, lo que le permitirá lograr fama y unos ingresos extras. Pero, a partir de entonces, los conflictos son constantes y desaparece la armonía conyugal. (FILMAFFINITY)
18 de mayo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ilustrativa. Francamente ilustrativa me ha parecido esta comedia, un hábil intento de emular las grandes comedias que protagonizó Day junto a Hudson y que no deja de tener grandes aciertos y magníficos momentos pero que se ve empañada por la resolución tan profundamente reaccionaria con la que deciden cerrar el film, una imposición, no cabe duda, de los conservadores productores que ponían la pasta y no podían consentir, de ningún modo, un cierre que oliera, ni de lejos, a autodeterminación femenina y progresía.(spoiler)
Si esta película se ve con agrado es porque está muy bien realizada y, aunque nos falta el magnífico secundario de aquellas (Tony Randall), esta otra también tiene el acompañamiento de unos magníficos intérpretes y un buen guion que sabe introducir momentos francamente jocosos (la piscina...) e incluso hábiles pullas contra la televisión (es descacharrante la ironía que cuelan acerca del guion televisivo repetido en diferentes películas...) y por el buen hacer de sus protagonistas, sobre todo la Day, que era una gran comediante y sabe expresar muy bien la exasperación poniendo esos ojos mirando al cielo y bufando con impaciencia. El conflicto, aunque ahora seguramente nos escandalice, no cabe duda de que era real en aquel entonces y no pocos matrimonios se irían al garete en lo que considerarían abandono de las esposas por los deberes conyugales. Y es que, a la mujer, le ha costado mucho reivindicar que, ante todo, es una mujer por delante de su papel de esposa, madre, hija u objeto sexual.
Si esta película se ve con agrado es porque está muy bien realizada y, aunque nos falta el magnífico secundario de aquellas (Tony Randall), esta otra también tiene el acompañamiento de unos magníficos intérpretes y un buen guion que sabe introducir momentos francamente jocosos (la piscina...) e incluso hábiles pullas contra la televisión (es descacharrante la ironía que cuelan acerca del guion televisivo repetido en diferentes películas...) y por el buen hacer de sus protagonistas, sobre todo la Day, que era una gran comediante y sabe expresar muy bien la exasperación poniendo esos ojos mirando al cielo y bufando con impaciencia. El conflicto, aunque ahora seguramente nos escandalice, no cabe duda de que era real en aquel entonces y no pocos matrimonios se irían al garete en lo que considerarían abandono de las esposas por los deberes conyugales. Y es que, a la mujer, le ha costado mucho reivindicar que, ante todo, es una mujer por delante de su papel de esposa, madre, hija u objeto sexual.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Day es una ama de casa feliz, satisfecha y enamorada. Volcada totalmente en la atención de sus hijos y su esposo que trabaja de ginecólogo en un hospital y al que espera todas las noches con el asado en su punto en el horno y el beso de bienvenida al descanso del guerrero.
Cuando, por azares del destino, el magnate de una compañía de jabones quiera contratarla para publicitar sus jabones en televisión ganando un pastizal por ello, su querido y generoso marido no se opondrá (como médico, sabe muy bien que las mujeres también necesitan realizarse como personas e incluso ha publicado varios artículos asesorando sobre ello), y quiere mucho a su esposa (su felicidad es la suya) pero cuando ésta empiece a ganar bastante más que él y, encima, el mundo empiece a reclamarla y admirarla pidiéndole autógrafos y tiempo (ya no estará para recibirle en casa !qué descaro!), su orgullo varonil quedará hecho fosfatina y vendrá a reclamar, con marcado sentido de la justicia, lo que todo hombre tiene derecho; una mujer que dependa de él en todo hasta para respirar.
Buscando la manera de salvar su matrimonio (nadie puede reprocharle que quiera hacer eso) empezará a fingir que se da a la bebida y a las mujeres ( para que su mujer se sienta culpable de haberle empujado a la mala vida por haberle retirado los mimos) y, no contento con eso y asesorado por un eminente psiquiatra, concluirá que si su mujer tiene aspiraciones es porque necesita otro hijo con que llenar su vida, por lo que, de manera desinteresada y filantrópica, pretenderá llenar el nido de la gallinita clueca.
A todo esto Day no hace más que disculparse dulcemente y con remordimiento, por todo lo que le está haciendo pasar a su galante esposo aunque tratando tímidamente de reafirmarse en lo que cree, es su derecho, tomar las decisiones que atañen a su vida pero un pequeño percance al final del film, le abrirá los ojos ante la enorme insignificancia del trabajo y la vida de ella, comparada con la sublime e importante labor que ejerce él y la importancia de prestarle su anónimo y callado apoyo, para que él descanse en paz en el calor del hogar con el asado a punto y el orgullo recobrado.
Que la mujer se entretenga y mate el tiempo, mientras el guerreo lucha lejos en la batalla, está bien, algo tienen que hacer las pobres con su tiempo pero que ellas luchen sus propias batallas y, además, ganen más batallas que ellos, ni de coña vamos.
Cuando, por azares del destino, el magnate de una compañía de jabones quiera contratarla para publicitar sus jabones en televisión ganando un pastizal por ello, su querido y generoso marido no se opondrá (como médico, sabe muy bien que las mujeres también necesitan realizarse como personas e incluso ha publicado varios artículos asesorando sobre ello), y quiere mucho a su esposa (su felicidad es la suya) pero cuando ésta empiece a ganar bastante más que él y, encima, el mundo empiece a reclamarla y admirarla pidiéndole autógrafos y tiempo (ya no estará para recibirle en casa !qué descaro!), su orgullo varonil quedará hecho fosfatina y vendrá a reclamar, con marcado sentido de la justicia, lo que todo hombre tiene derecho; una mujer que dependa de él en todo hasta para respirar.
Buscando la manera de salvar su matrimonio (nadie puede reprocharle que quiera hacer eso) empezará a fingir que se da a la bebida y a las mujeres ( para que su mujer se sienta culpable de haberle empujado a la mala vida por haberle retirado los mimos) y, no contento con eso y asesorado por un eminente psiquiatra, concluirá que si su mujer tiene aspiraciones es porque necesita otro hijo con que llenar su vida, por lo que, de manera desinteresada y filantrópica, pretenderá llenar el nido de la gallinita clueca.
A todo esto Day no hace más que disculparse dulcemente y con remordimiento, por todo lo que le está haciendo pasar a su galante esposo aunque tratando tímidamente de reafirmarse en lo que cree, es su derecho, tomar las decisiones que atañen a su vida pero un pequeño percance al final del film, le abrirá los ojos ante la enorme insignificancia del trabajo y la vida de ella, comparada con la sublime e importante labor que ejerce él y la importancia de prestarle su anónimo y callado apoyo, para que él descanse en paz en el calor del hogar con el asado a punto y el orgullo recobrado.
Que la mujer se entretenga y mate el tiempo, mientras el guerreo lucha lejos en la batalla, está bien, algo tienen que hacer las pobres con su tiempo pero que ellas luchen sus propias batallas y, además, ganen más batallas que ellos, ni de coña vamos.