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España España · san sebastian
Voto de Izeta:
8
Drama. Romance El peligroso gángster parisino Pépé Le Moko, que vive en la casbah argelina, donde la policía no puede atraparle, se enamora de una bella y sofisticada turista. (FILMAFFINITY)
25 de octubre de 2019
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Julien Duvivier es otro de tantos cineastas que, a pesar de tener una gran filmografía a sus espaldas y haber contribuido a la creación de un estilo y múltiples hallazgos narrativos en el cine, no se sabe bien por qué, los gurús del cine, esos dioses que deciden qué es arte y qué no, decidieron apearle de ese trono y relegarle al limbo de los llamados artesanos, esos directores de los que nadie se acuerda, pero que todos los espectadores y autores acuden con fruición a degustar sus sencillos y brillantes manjares.
Es como el creador de la tortilla de patatas. Nadie se acuerda y ni sabe quién es, pero su plato ha rulado por todos los hogares del mundo y grandes cocineros de renombre han echado mano de él para, añadiéndole infinidad de variantes exquisitas y personales y deconstruyéndola, auparla al podium de Delicatessen.
Pepé le Moko es una de esas películas.
En una mezcla de cine negro y realismo poético, Duvivier nos lleva a la Casbah, ese exótico barrio de Argel, en una presentación magnífica, casi como si fuera un documental, donde nos presentan ese monumental barrio laberíntico de callejones sucios y estrechos, con las terrazas escalonadas comunicadas entre sí, que descienden desde la montaña hasta el mar.
Un barrio hiperpoblado por los más diversos habitantes del mundo. Musulmanes, judíos, negros, gitanos, franceses, chinos y parias de diversa nacionalidad y condición, es el escenario en el que opera Moko ( Gabin), un ladrón que tiene allí su guarida, que vive protegido por toda esa red de marginados y excluidos de la sociedad.
La policía hace tiempo que quiere echarle el guante, pero la Casbah es una fortaleza inexpugnable. No pueden hacer otra cosa que esperar que Moko, baje a la ciudad.
Con algunas escenas dignas del mejor cine y también sólidos diálogos, muchos aspectos de esta cinta han sido de gran influencia en el cine que vendría después.
No hay duda que Casablanca bebe de esta fuente, pero también Sed de mal, La jungla de asfalto y muchísimos más, además de, por supuesto, ser la base de todo el estupendo cine negro francés que tantas joyas daría.
Por todo ello, aunque sí considero que no es una película perfecta ( como sí considero las que he citado), es indudablemente, una película que hay que ver y rendirle el homenaje que se le debe.
Izeta
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