Extraña y fascinante película llena de romanticismo y belleza, donde nos plantean una historia de amor, o más bien dos, en la que el amor subvierte el tiempo tornándose en la fuente de inspiración del artista que sólo así puede alcanzar el culmen de su creación.
Para los que no la hayan visto, me temo que no me he expresado muy bien.
Es que no me resulta fácil hablar de ella. No me parece una película que pueda adherirse a ningún género. No es exactamente fantasía. No es sobrenatural. Tampoco es onírica o surrealista.
Yo diría que es más bien una película realista dentro de la mente de un pintor.
Joseph Cotten es un pintor prometedor pero todavía mediocre que trata de abrirse camino dando a conocer sus pinturas. Trata de vender un cuadro en una tienda de pinturas pero su dueña ( Ethel Barrymore), le dice que sus cuadros no tienen nada dentro( le falta amor). Aún y todo, le comprará uno.
Poco después cambia su suerte. Conoce en el parque a una extraña niña que se convertirá en una obsesión para él y de la que conseguirá un primer esbozo que alimentará su espíritu y que ya nada podrá separarla de él.
Así comienza esta estupenda película muy romántica y lírica acerca de un amor que atraviesa la barrera del tiempo, de la vida y de la muerte y donde sólo el hallazgo del amor garantiza la consecución de la belleza y de la verdad, inherente a toda obra de arte.
Con una preciosa fotografía y una gran música, la película tiene todos los elementos para resultar hipnótica e intrigante, con imágenes con mucha fuerza y un romanticismo desatado sobre todo en su tramo final.
Mención aparte merece la otra historia de amor. Esta vez la que siente su " descubridora" por el artista que cree en él porque le ama o le ama porque cree en él. No importa.
Buena película pues sobre el arte, el tiempo y el amor que creo que todavía puede sorprender a muchos, por lo que la recomiendo fervientemente.