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Países Bajos (Holanda) Países Bajos (Holanda) · Ámsterdam
Voto de loquearde:
7
Drama En el transcurso de una década, la joven Jo se vuelve cada vez más disfuncional. Su amiga Mara, de carácter más estable, desarrolla su vida mientras contempla el inexorable proceso. (FILMAFFINITY)
5 de febrero de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dan Sallitt podría (y debería) dar seminarios sobre cómo sacar adelante películas con presupuestos minúsculos y que no se resienten estéticamente. De filmografía dispersa en el tiempo (Fourteen es su cuarto largometraje a sus 65 años), Dan Sallitt es una rara Avis dentro del panorama alternativo americano. En el film que nos ocupa, una Fourteen cuyo planeado estreno coincidió de lleno con la irrupción en nuestras vidas del Covid-19, Sallitt sigue la relación de dos amigas neoyorquinas a lo largo de una década. Ellas son Mara y Jo. La primera, apocada y tranquila, presencia a lo largo de los años como su inestable amiga Jo desciende en una espira de consumo de drogas, depresión y enfermedad mental. Ambas están secundadas a lo largo de los años por diferentes personajes masculinos que nos indican el paso del tiempo con mayor claridad.

Hay una elección particularmente interesante en el planteamiento de Fourteen: vemos prácticamente toda la historia desde el punto de vista de Mara. Pasados los primeros minutos del metraje, solo veremos a Jo en situaciones en las que esté Mara presente. Esta aproximación al proceso degenerativo de un amigo ofrece una impresión altamente realista: es exactamente cómo lo viviríamos nosotros mismos si algo así le pasase a un amigo. Un tema tan sensible como la enfermedad mental y la adicción podrían haber dado lugar a excesos narrativos y visuales (no hay más que pensar en ese hito del kitsch involuntario que es Hillbilly Elegy). Nada más lejos de la realidad, la cámara de Sallitt reposa inmóvil en casi todas las escenas y deja que los personajes entren y salgan de plano. Sin subrayados, sin planos muy cortos, la confianza de Sallitt en la solidez y credibilidad de sus personajes es tan absoluta que, incluso en algunas situaciones realmente espinosas, no se deja arrastrar hacia las formas del melodrama. El pudor es una rara avis en el cine moderno y Dan Sallitt, tengo la impresión que de manera muy consciente, es uno de sus grandes representantes.

Para algunos, esta aproximación antisentimental y rigurosa resultará árida y lenta. Para otros, entre los que me encuentro, es de agradecer que una película que dispone de tan pocos elementos a su disposición consiga levantar el vuelo e involucrar al espectador sin artificios de ningún tipo. Y cuando digo de ningún tipo es de ningún tipo: donde otros directores habrían apostado por elementos técnicos asociados al realismo (cámara en mano, texturas granuladas, sonido sucio), Sallitt apunta en otra dirección. Algunos de los planos de Fourteen tienen la calidad pictórica de los cuadros Edward Hopper (el gran artista de la soledad urbana), la mayoría de las escenas son domésticas, la iluminación y el sonido son pristinos. Fourteen no tiene la intención de camuflarse de realidad y, sin embargo, lo consigue. Y así transcurre su hora y media de metraje, con la estásis de la vida cotidiana y dirigiéndose sin remedio hacia la tragedia.
loquearde
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