Linda música, linda fotografía, actuaciones agradables, enfermera guapa agradable de ver (que a todo esto más parece aristócrata que enfermera)... pero nada más.

"El paciente inglés" me recuerda a una casa piloto: todo nuevo, todo limpio, todo pulcro, perfecta decoración, pero finalmente vacía en su esencia, porque resulta en una decoración sin personalidad, sin riesgos (e incluso fallas por lo mismo); sin objetos con historia o adquiridos por afecto o hasta con anécdotas.

En vez de ser una casa con su cuento, con gracia, parece una clínica. O sea, un lugar neutro, sin alma.

Y es que la trama de esta película es anodina, revestida pedantemente de compleja, de pedantes "matices", de pedantes ínfulas artísticas.

Pensada por Miramax (como muchas cintas de esta productora) para ser "seria", no masiva, no para el populacho, sino para los premios de turno, y sobre todo para ese tipo de espectador tonto grave, que se jacta de culto, de serio, que jamás ríe de sí mismo.