Unamuno decía que el pasado había que explorarlo desde la "intrahistoria", es decir, desde el día a día de la gente, desde las historias cotidianas que revelaban el alma de un pueblo. Pa Negre parece seguir ese precepto y, en vez de ofrecernos otra historia de la Guerra Civil en los términos que todos conocemos, centra su atención en la vida de un pequeño pueblo catalán. Desde la óptica de un niño, Agustí Villaronga, director de la cinta, nos descubre el día a día de los perdedores de la guerra, la dureza de una posguerra cruel, tenebrosa.
Pa Negre examina, sobre todo, el miedo constante con que vivieron los perdedores, y cómo los sucesos tenebrosos pasan a ser mitos para diluir la culpa de sus perpetradores (tanto en un bando como en otro). A través de los ojos de Andreu (maravilloso Francesc Colomer), vamos descubriendo el mundo de mentiras y secretos de los adultos en una de las épocas más funestas de nuestra historia.
La verdad es que Pa Negre merece todos los elogios que ha recibido. Su dirección sabe apartarse del clasicismo propio de este tipo de películas y se mueve con naturalidad, siguiendo a los personajes en su espacio natural. El guión es preciso y sólido, con unos magníficos diálogos. La puesta en escena y la música están muy elaboradas, y la factura visual es perfecta para escenificar esa dualidad entre realidad y mito. Y los actores están todos magníficos: desde Nora Navas hasta Sergi López, pasando por Roger Casamajor o Eduard Fernández, y deteniéndonos especialmente en los niños, sobre todo en ese prodigioso Francesc Colomer, que tal vez firme la mejor interpretación de un niño en el cine español.
Definitivamente, Pa Negre fue la película española del 2010. Fue justa vencedora en los Goya. Pero lo que de verdad merece es que todo el mundo la vea.