Terry Gilliam vuelve a filmar uno de sus psicotrópicos filmes, en su línea. La película obtuvo cierto renombre por la desgraciada muerte de Heath Ledger en medio de su rodaje, lo que obligó a remodelar la historia y a buscar la colaboración de Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell para sacarla adelante.
No voy a negar la valía de Gilliam tras la cámara. El problema de muchas de sus películas, y esta no es una excepción, es que la potencia de las imágenes de Gilliam parecen estar al servicio de la nada, no suele acompañarles una buena historia o al menos una historia interesante, por deslavazada que sea. El imaginario del doctor Parnassus vuelve a pecar en descuidar la historia y los personajes para, a cambio, desplegar un universo onírico inigualable, solo para amantes de la más pura imaginería barroca. Quien se conforme con eso, adelante, disfrutará mucho esta película. Pero yo, sinceramente, espero un poco más de un talento como Gilliam. Su problema es que se lo juega todo a una sola carta; puede ganar la partida alguna vez, pero si la pierde, el fracaso es bastante notorio. En mi opinión, El imaginario del doctor Parnassus está vacía, y posiblemente habría pasado más que desapercibida si no llega a ser por la muerte de Heath Ledger. Me da esa sensación, no sé por qué.