Después de su magnífico debut con Azuloscurocasinegro, Daniel Sánchez Arévalo vuelve a ponerse tras la cámara para ofrecernos un nuevo retrato agridulce y coral de un grupo de personas, esta vez con el denominador común de que todos están gordos y quieren descubrir, gracias a una terapia grupal, el motivo de esos kilos de más.
Con Gordos, Sánchez Arévalo vuelve a demostrar su originalidad a la hora de trazar historias personales e íntimas, aunque aquí a veces se le vaya la mano en la excentricidad de algunas. Los personajes de Gordos son cercanos y creíbles, y sus historias también. Aunque alguno que otro caiga en el exceso de vez en cuando, como Antonio de la Torre o Raúl Arévalo, todos y cada uno de ellos nos toca una fibra sensible. La excusa es la gordura, pero lo que se explora en esta película son problemas personales mucho más importantes que la imagen exterior; detrás de esos kilos de más hay traumas y miedos que atenazan a los protagonistas y les hacen la vida muy difícil.
En una perfecta mezcla tragicómica, Sánchez Arévalo nos descubre a unos personajes heridos por la vida, y que buscan solución a sus problemas en la pérdida de peso. A pesar de algún tiempo muerto y un hilo narrativo a veces difuso, Gordos mantiene el tipo y recupera el tono en el momento justo. Su planteamiento narrativo tan moderno y el tratamiento de temas tan candentes como la imagen exterior, la religión, el sexo, la infidelidad, las apariencias o el miedo a enfrentarse a la realidad la salvan de caer en el típico producto costumbrista marca de la casa del cine español. Ya demostró Sánchez Arévalo que estaba muy por encima de eso en su anterior film, y ahora ha vuelto a hacerlo.
Ya he apuntado algún contra, como el hilo narrativo difuso en ocasiones, que da lugar a tiempos muertos. Tampoco el reparto está brillante en su totalidad; Antonio de la Torre exagera mucho y Raúl Arévalo es víctima de su propio personaje, aunque lo defiende con solvencia; mejor y más interesantes son Verónica Sánchez, Roberto Enríquez o Fernando Albizu. La dirección y el guión brillan por su originalidad y por su constante lucha por eludir el cliché. La música también es bastante buena.
En definitiva, Gordos merece la pena porque, teniendo todas las papeletas para convertirse en la típica españolada, sabe meterse en el bolsillo a su audiencia con historias y personajes creíbles y originales. Un nuevo tanto de Daniel Sánchez Arévalo.