- Diez minutos de película y todos entienden que están ahí para votar quién palma. Y no sólo eso, si no que han captado que el método para hacerlo es mover la mano y cerrar el puño. Vale, yo que sé, es absurdamente precipitado y las reacciones son meh, pero lo compro por ver cómo se desarrolla todo.

- Al enterarse de esto, nadie desespera. Han sido sacados de sus quehaceres diarios para enfrentarse a uno de los mayores dilemas posibles: matar o ser matado. "Estaba yo fregando los platos y de pronto estoy en un circulito rojo del que no me puedo mover donde voto quien palma, si es que no palmo yo antes." Ante esto, sólo un par se suicidan (no por incapacidad de asumir la situación, si no porque consideran que su vida vale menos que la de otros), y otro par salen corriendo de su zona por error al comienzo de la película. La capacidad de esta peña para asumir una situación inconcebible es acojonante. Es más, no llevan ni quince minutos y empiezan a matar viejos porque... son viejos. Anda que me cago en la puta.


- Asumen además que están ahí para morir, y que el último sobrevivirá. Ninguno piensa que tal vez sea una broma macabra, un truco televisivo o simplemente se nieguen a comprender la situación. No, joder, ante todo frialdad y asunción de lo surrealista como algo de lo más normal.

- Deciden hablar para conocerse y ver si hay puntos en común. Bueno, pues una de ellas decide hacerlo con una sonrisa en la cara y haciendo bromitas. Vergüenza ajena de escena. Su muerte, eso sí, poética.

- El resto de personas que hay en la sala decide si vives o mueres. Qué mejor momento para admitir que diste de hostias a tu novia, que eres un homófobo o un racista (en una sala repleta de negros). Esto obviamente le viene de perlas al guionista para situar ciertos clichés de forma explícita y su consiguiente rechazo/aceptación virtual en forma de palmar o no. Ahora, dado el contexto, como que ciertos personajes resultan un poco ridículos.

- Toda la trama de los bandos es un jodido sinsentido: matemos a la niña para dejar vivir a la embarazada. Es decir: matemos a la cría para palmar yo igualmente. Es evidente que si matas a la cría es para matar también a la embarazada y tener la oportunidad de sobrevivir cuando los dos rivales más fuertes caigan. No hay dilema posible, es de imbéciles siquiera plantear dicha estrategia. Hubiera sido más efectivo que X personajes admitieran que prefieren la muerte de ambas a la suya y continuar con una trama donde pongas en colación el instinto de supervivencia o el egoísmo del ser humano. Pero qué va, mejor poner aquí a Napoleones de andar por casa.

- Lo mejor de todo, y va sin ironía, el jambo que llega al final quedándose callado. Está congelado por la situación, no puede ni hablar, no entiende una mierda de lo que está pasando. Vaya, al fin una reacción plausible.

- El final. En lugar de votar ambas al jambo, deciden que la cría y él se suiciden porque qué se yo, patatas. El tipo se la juega a las dos con un truco que ni Tamariz. Pero espera, que el bebé también jugaba, su puta madre que bochorno de escena innecesaria. Sale de la nave y se junta con unos cuantos que han decidido quedarse ahí a mirar el percal. ¿Para qué tanto juego? Yo que sé.

Moraleja, si es que hay alguna: para sobrevivir hay que ser un puto psicópata. Cortinilla de estrellas y a otra movida.