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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
7
Thriller. Drama Tras un asedio apocalíptico, 'Zeros and Ones' cuenta la historia de cuando el soldado americano JJ se abre camino en un mundo turbio y encerrado de miedo, paranoia y esperanza a la sombra del Vaticano. Una guerra entre la historia y el futuro que tiene lugar hasta el amanecer.
13 de junio de 2022
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosa la metamorfosis experimentada en la obra de Abel Ferrara. Desde su aterrizaje en Roma, aquel director de thrillers de tortuosa psicología ha ido mudando de forma gradual en un cineasta cada vez más atrevido, indagando en inquietudes tanto formales como temáticas que casi han dividido en dos su carrera. El cineasta que presentó títulos como "Pasolini" o "Siberia" se parece en poco al que en los ochenta rodó "China Girl" o "Ms. 45", sin desmerecer a ninguna de estas dos fases, basta con sorprenderse con su capacidad mutante.

"Zeros and ones" viene a ser un giro de tuerca a cintas tan atractivas como la onírica "Siberia" o su precedente, la existencialista y semi-autobiográfica "Tommaso". En ésta Ferrara da la impresión de querer plasmar los signos que dominaron la pandemia del Covid en Europa. Estar en la calle era casi un acto desafiante; la ciudad, habitualmente compartimentada, acentuó sus divisiones, el contacto humano supuso también un acto de riesgo. Como vehículo unificador nos encontramos a un militar que parece haber sido destinado a Roma, sumida en una noche eterna repleta de conspiraciones y personajes enfrentados.

Para acentuar ese aire de confusión y extrañeza, Ferrara decide conceder poca información de las motivaciones de este militar, no está claro si es bueno o malo, si es un espía infiltrado dentro de una organización gubernamental norteamericana o bien recibe misiones contra sus convicciones. Este misterioso sujeto tiene un hermano, mucho más definido, un revolucionario perseguido, que parece ser su reverso. Por lo menos durante un tiempo, pero los límites entre ambos son más borrosos conforme se suceden las escenas.

En esa noche eterna, el militar compagina una variedad de ambientes. Parece tener una relación con una italiana pero a la vez también frecuenta prostitutas asiáticas. Tiene contactos con los mendigos, que son sus informantes, y a la vez también con unas rusas, que parecen conectadas con ambientes más sofisticados. Un mundo dónde la comunicación virtual juega un papel decisivo y que, casi a tiempo real, añade más confusión e incerteza a la visión panorámica, retorciendo más el desarrollo de los acontecimientos.

Hay una notoria desconfianza en las jerarquías superiores, símbolo de autoridad, cómo si esa división entre los otros y nosotros significara una colisión implícita, la de los dominadores y los dominados, que controlan ese ambiente conspirativo y de dominio que roza lo tiránico. Obviamente no digo nada contra las necesarias medidas de control durante la pandemia, pero sí, esta obra de Ferrara me parece que ofrece más lecturas que una simple dramatización de la pandemia del Covid, también nos habla de esa capacidad del poder para ejercer su control y su fuerza. Es una parábola acerca del dominio.

En cierta forma nos habla de un mundo establecido, con una estructura muy marcada, unos raíles por los que cada sujeto ha de circular, y, sin embargo, parece más interesante salirse de esas vías prefijadas para conocer otros rincones de la misma sociedad, ampliar horizontes y hacer como hace el protagonista, traspasar barreras, salir de la burbuja y probar lo nuevo para enriquecer la propia percepción del mundo, ampliar esa definición de "nosotros". Un mundo más compartimentado es más fácil de dominar. Eso es más o menos lo que viene a decir esa escena del final, la del amanecer. Comprendemos que gracias a toda esa trayectoria que ha seguido el misterioso militar rebelde por esa larga noche del alma ha podido madurar su pensamiento y ver más allá de los límites impuestos.

Por descontado sé que a mucha gente lo que aquí comento y reflexiono no es más que una entelequia, sin embargo me parece que los elementos están ahí y se prestan a ser recompuestos por cada espectador, depende de la motivación y la curiosidad de cada cual. Lo que vemos es un tapiz que parece definirse como un relato de espías pero sus costuras revelan algo más abstracto y abierto. Sin duda supone todo un salto evolutivo a nivel artístico para aquel joven director que en el Nueva York de los 70 firmó películas semiporno y luego extraños slashers repletos de violencia truculenta como “The driller killer”. A Ferrara esa salida al mundo y la exploración le ha resultado sumamente enriquecedora
Jean Ra
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