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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
9
Thriller. Drama Jóvenes bailarines toman accidentalmente LSD mezclado con sangría y así su exultante ensayo se convierte en una pesadilla cuando uno a uno sienten las consecuencias de una crisis psicodélica colectiva. (FILMAFFINITY)
17 de octubre de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fui a una sesión en la que unos cuantos de los espectadores era gente 'veterana'. Los que tenía en la fila de atrás comentaron algo acerca de "Los 400 golpes" de Truffaut. La mujer no recordaba que al final hubiese una escena en una playa y preguntaba si Antoine Daniel se tiraba al mar o algo. No, le replicó su acompañante, era una imagen poética que expresaba libertad y soledad. Ni que decir tiene que al finalizar la proyección, sus comentarios eran de verdadera estupefacción. No intuían nada de lo que iba a ver. Otro espectador maduro se quejó en voz alta.

Efectivamente no es una película ligera y masiva. Ninguna de las películas de Noé lo es. "Climax" a la fuerza ha de repeler a un buen número de espectadores. Sus detractores la tacharán con los adjetivos habituales como ahora caprichosa, tremendista o hiperventilada. Incluso con otros muy socorridos y tópicos como pedante o ombliguista. Por otro lado, tampoco es el tipo de experiencia recomendada a cinéfilos que crean que el cine culmina en Ozú y Bresson. Tampoco para aquellos que acabaron hasta el gorro de los giros de cámara y demás maniobras provocadoras de Noé en "Irreversible".

Por lo demás es una oportunidad de disfrutar de algo inusual, sorprendente y a la vez, vagamente reconocible. Es decir que si vives cerca de una ciudad y tiene veinte y tantos es posible que te hayas metido en ambientes dónde se vea a gente igual de hipersexualizada, drogada y hostil. Para mí sería un error tomarse "Climax" como una narración realista. Como todas las de Gaspar Noé, es una ficción melodramática, dónde todos los conflictos y las reacciones están exageradas para adentrarse en las zonas más primitivas y viscerales de la mente humana. Al director le interesa más el subsconsciente que no la parte racional de la mente. Debería verse como una representación muy inmersiva y física, pero no naturalista.

Según parece el guión no ocupaba más de cinco páginas. Como ya han probado otros directores antes, es una posibilidad interesante y una forma de entender el cine como una experiencia audiovisual y sensual, unos conceptos previos bastan como soporte para desarrollar atmósferas y ambientes que están alejados de la realidad cotidiana. La historia abordada se podría ver como una torre de Babel, dónde una colectividad construye algo esperanzador para al final desmoronarse de forma catastrófica. El cineasta maneja los códigos del cine de terror y el musical para al final llegar a la conclusión (explicitada) que convivir es una experiencia colectiva imposible. En el final del trayecto vemos que los que parecen haberse librado son los que se han retirado a la intimidad de las habitaciones, de la experiencia más privada. El LSD es un catalizador que destapa las esencias más primitivas de las mentes de sus personajes. La discoteca como una experiencia posmoderna en la que se mezclan sexos, sexualidades, edades, razas y clases, una amalgama sonorizada por Aphex Twin, Lil' Louis, Giorgio Moroder y otros. Ese escenario colectivo nos sirve para mezclarnos con nuestros congéneres, hallar la persona adecuada y retirarnos antes que el ambiente se repliegue en su egoísmo, su competitividad y las envidias. Algún crítico agudo podría señalar que parece transmitir un mensaje reaccionario y anti-hedonista.

Como sea, al final de cuentas nos llevamos imágenes impactantes y poco corrientes, una banda sonora estupenda y unos planos secuencia que enfatizan el tiempo presente como una espiral dionisíaca (la elección de la sangría creo que no es casual). Será fácil dejarse llevar por el sensacionalismo de sus elementos aislados pero también hay que prestar atención a esos otros elementos subyacentes que invitan a una lectura más jugosa. Si alguien creía que después de "Love" Noé ya había dicho su última palabra y que ya no podía impactar y provocar al espectador de la misma forma, está claro que andaba errado. O alucinados, como esos espectadores desprevenidos de la fila de atrás.
Jean Ra
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