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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
5
Drama. Comedia. Fantástico "Va a pasar un destello bravo, bravío, y todo va a cambiar...", Isa se habla a sí misma dejándose mensajes en su grabadora para cuando desaparezca o pierda la memoria. Cita se siente atrapada en un matrimonio en una casa llena de santos y vírgenes. María regresa a la población donde nació para enfrentarse a su soledad. Las mujeres de una pequeña localidad rural, suspendida en el tiempo y azotada por la despoblación, viven entre la ... [+]
5 de noviembre de 2021
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de esas obras que no sabes ni a dónde va ni exactamente a quien va dirigida. Claramente no está destinada a la gente que filma, tampoco a audiencias urbanitas, que lo deben ver como un artefacto de esteticismo rebuscado o directamente una visión estrambótica de lo rancio. Luego recuerdas que la produce Lluís Miñarro y comprendes que, efectivamente, es para minorías muy selectas, minorías muy cultas y aburridas que esperan productos cultos y aburridos, que olvidarán al cabo de poco.

Pero no seamos malos. Es de alabar el buen gusto que la directora demuestra en la composición del plano y su capacidad de dotar a los planos de atmósfera gracias a su diestro empleo de la música y la iluminación, creando instantáneas muy envolventes. Durante cuatro o cinco minutos crees estar viendo un peliculón. El problema es que la obra se alarga. No caeré en el error de calificar a la directora de pedante ensimismada u otra de esas hierbas, sencillamente tiene toda la pinta que se trata de la puesta de largo en el largometraje de una recién graduada en la escuela de cine y que tiene muchas ganas de reinventarlo todo y renovar el cine nacional con su poderosa irrupción en el panorama cinematográfico. De ilusión se vive.

Empacha un poco todo ese esteticismo, tan destilado que lo que principalmente ofrece son maniobras en la oscuridad. A saber: mezcla de lo fantástico con lo documental, narración no novelesca, de compartimentos estancos y trufada de simbolismos autóctonos, con un tono sabiamente diluido para que la crítica no se distinga de la adhesión, las ligeras resonancias fellinianas envolviendo la puesta en escena. De todo esa conceptualización lo que llega al espectador es una sucesión de estampas estrambóticas y aleatorias, un largo desvarío, que aunque entiendas la intención no logra tu implicación. Ves, por ejemplo, cierta escena donde una actriz se masturba en el interior de casa por la noche y sabes que se opone a las donde otra actriz recibe en plena calle una andanada de proposiciones jocosas con la que los vecinos pretenden jactarse de su hombría con sus amigotes. El placer cercado en el más estricto privado opuesto al exterior patriarcal. La superstición convive con la fascinación por el árido paisaje, las intenciones están tan sumamente camufladas, es todo tan de pequeños signos, que al final su dispersa narración pierde interés, decae el ánimo, y simplemente acumulas minutos hasta alcanzar el final.

Insisto en que la directora demuestra cualidades, pero también ella debería admitir que el cine es un pacto tácito con el espectador, una serie de trucos de ilusionismo dentro de un recipiente narrativo, y si esos trucos de ilusionismo son tan solipsistas, entonces sólo se puede seducir a gentes que la miren de forma superficial, que al final sólo puedan comentar cosas como "jo, qué pasada, impresionante"... sin que hayan entendido de la misa la mitad. Atacar los tics rurales para ensalzar el mito de la película pretenciosa, qué ironía.
Jean Ra
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