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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
7
Thriller. Terror. Drama Distrito de St. Pauli, Hamburgo, años 70. Un barrio de ambiente nocturno frecuentado por bebedores, prostitutas, adictos al juego y otras almas solitarias. A primera vista, Fritz "Fiete" Honka es un perdedor. El hombre de la cara deformada deambula por las noches buscando mujeres solitarias en el antro del barrio, "El guante dorado". Nadie entre los asiduos sospecha que el aparentemente inofensivo Fiete, es en realidad un monstruo. (FILMAFFINITY) [+]
6 de marzo de 2021
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las historias de asesinos en serie se ha convertido desde finales de los 60 en una especie de subgénero que sirve tanto para el sensacionalismo como para vehículo para explorar diferentes aspectos de la sociedad dónde surgen estas figuras infaustas. En apariencia Akin parece que se quiere apuntar a este modelo de historias, si bien conforme avanza la historia de Fritz Honka comprobamos que no es tan así.

No estamos frente a un título a lo "Zodiac", emplear frases manidas a lo 'el monstruo de St. Pauli sembraba el terror en el barrio' es demostrar que no se ha captado muy bien lo que la narración esboza. Porque si algo no se ve es que entre los vecinos corra ningún rumor tenebroso entorno a la desaparición de varias mujeres de dicho barrio, que en los años 70 por lo visto era una especie de barrio chino, un mal llamado barrio bajo. Más allá de alguna noticia en el periódico, la desaparición y agresión a estas mujeres es estrictamente ignorada. Yo creo que ahí está la clave, no es una exploración de los pánicos sociales, si no todo lo contrario, una sutil crítica en la que esas mujeres, al ser denostadas socialmente y vivir en un barrio humilde son ignoradas hasta límites terribles.

Podemos evidentemente concentrarnos en el macabro devenir de Honka, pero si nos fijamos en los personajes secundarios, descubrimos un paisaje patético, poblado por gente desesperada, que se ha abandonado al alcohol a la espera de quedar destruidas de forma definitiva. Parados, mujeres que no han aprendido un oficio para poder sobrevivir, mujeres que fueron obligadas a prostituirse, ex nazis que campan a sus anchas... en fin, una visión nada alegre de la Alemania de posguerra. Hay otra escena importante, que es cuando Fritz se da cuenta de cuanto lo embrutece el alcohol y llega a la sabia conclusión que debe dejarlo para poder seguir adelante. Así lo hace y lleva una vida normal, sin crímenes ni momentos turbulentos durante un tiempo. No hay que ser un lince para comprender que una sociedad desasistida, abandonada a su suerte, genera monstruos como Honka, que en caso de haber contado con algún tipo de apoyo bien podría haber corrido otra suerte tanto él como sus víctimas.

Si no lo he entendido mal, parece que Akin ve en Honka como un avatar de la destrucción, sus víctimas en cierta forma es gente que ha caído y que él viene a rematar y llevar a la perdición final. Todo ese contexto social sin duda está ahí, basta con prestarle atención y saber leer entre líneas.

En el apartado negativo cabría objetar que no estoy seguro hasta qué punto es necesario representar los crímenes de Honka hasta límites tan escabrosos e inmundos. Está claro que se pretende que resulte desagradable, lo cual es razonable, mas seguro que habrá gente que creerá que se cruza el umbral de lo morboso. Sin duda el estilo visual es intencionadamente feo, lejos quedan esos bellos planos filmados en "Al Otro Lado", y eso ya es indicativo de por dónde corren las intenciones del director, mas quizá le ha puesto un par de cucharadas de más de picante.

En sus trabajos más acertados, como ahora "Contra la Pared", Akin siempre procura que el contexto social influya en la conducta de los personajes, y en esta ocasión esto se ha llevado casi al paroxismo. Si mal no recuerdo, entre sus proyectos estaba el de realizar una película cuyo tema fuese el mal, ambiciosa intención, y me parece que éste es el título en cuestión. Vemos un mal fabricado por una sociedad descuidada y distanciada, tan eficiente como gris, que sin los mecanismos de asistencia social se convierte en el sueño de la razón. Akin, que es un cineasta sumamente irregular, en cuya filmografía habitan títulos mediocres como "Goodbye, Berlín" y estimables como "Al Otro Lado", creo que se puede atribuir en esta ocasión un acierto, y en cierta forma sigue de lejos las intenciones de Fassbinder, también pintor pesimista de las carencias de la sociedad alemana.
Jean Ra
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