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Voto de harryhausenn:
6
Drama Una pequeña ciudad alemana, poco tiempo después de la I Guerra Mundial. Anna va todos los días a visitar la tumba de su prometido Frantz, caído en la guerra, en Francia. Un día, Adrien, un misterioso joven francés, también deja flores en la tumba. Su presencia suscitará reacciones imprevisibles en un entorno marcado por la derrota de Alemania. (FILMAFFINITY)
29 de septiembre de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
n pueblo alemán poco después de la Gran Guerra. Anna va al cementerio a llevar flores a la tumba de su prometido Frantz, muerto en el frente. Sin embargo alguien se le ha adelantado. Unas flores frescas yacen sobre la losa, al parecer puestas ahí por un joven francés desconocido que se encontrará pronto con la viuda ¿Quién es este hombre que viene a territorio hostil a visitar a Frantz? ¿Qué relación mantenían ambos? ¿Y qué relación surgirá entre el francés y la viuda?

Ozon, siempre infalible en taquilla, vuelve a las pantallas con un remake libre de Remordimientos, de Lubitsch. Con su factura impecable, nos permite conocer el verdadero ambiente de la Europa tras la guerra. Un siglo después de la Primera Guerra Mundial, en el cine solemos ver el período de entreguerras como una época feliz en la que la prosperidad de los felices años veinte provocaron que el hedonismo y la cultura reinasen de París a Berlín. Sin embargo, Ozon acierta al dejar de lado el concepto norteamericano de la época para retratar una Europa más realista, dos naciones hermanas sumidas en la depresión de sus poblaciones rurales, devastadas por la pérdida humana del conflicto.

El director deja de lado la idealización para acercase a los relatos desencantados de Stefan Zweig con el continente, mostrando una atmósfera pesimista y oscura, muy en la línea de la terrorífica La cinta blanca, dejando que sean las pasiones de los protagonistas quienes hagan surgir la esperanza y el optimismo. Para ello, en las escenas de mayor carga emocional, el color sustituye paulatinamente al blanco y negro en una transición tan sutil como fabulosa. El problema de este bonito recurso, es que se repite hasta la saciedad.

El cine de Ozon siempre ha sido más que solvente: relatos desgarradores a los que el guión confiere una contención en justa medida a la par que el ritmo funciona como metrónomo que pauta perfectamente cada elemento, sin desbordar, sin quedarse corto. Como artesano, o como director de estudio, no hay duda que es uno de los más redondos. El problema viene cuando se empeña en mostrarnos unos supuestos arrebatos de genialidad de autor que resultan demasiado artificiales para un estilo tan académico, tan al gusto de todos. Ozon ya es reincidente en este fallo; la supuesta deconstrucción del relato en En la casa, que terminaba por ser un ejercicio de estilo poco osado y se asemejaba más a un chistecillo inocente de cineasta que a cualquier vanguardia por descubrir.

Frantz es una película bonita que acaparará nominaciones a los César, con un elenco maravilloso y con un giro de guión a medio metraje que pasa de la intriga al romance; pero su empuje se pierde en la superficie de la puesta en escena sin llegar a calar allá cuando debe, limitada por un patrón demasiado rígido para quienes ya hayan franqueado la frontera del gran público. Sin embargo, sin ser condescendiente ni despectivo ¿No es maravilloso que el gran público pueda contar con este tipo de películas que, esperemos, sirvan de trampolín para mayores inquietudes, curiosidades y descubrimientos? Lo es, sin duda. Al César lo que es del César.
harryhausenn
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