Una película (más) de acción, elaborada en torno a la excusa argumental de un atentado contra el presidente de los EEUU. Y van....
Se agradece en esta ocasión el intento de originalidad de mostrarnos el mismo hecho desde distintos puntos de vista y, sobre todo, la elección de un reparto de grandes estrellas de Hollywood muy por encima de lo habitual en este tipo de productos, si bien se podían haber ahorrado al español Eduardo Noriega, en un papel que dudo mucho que vaya a aportar nada a su carrera, más allá de unos buenos ingresos.
En todo caso, contar la historia a través del punto de vista cambiante de los distintos personajes protagonistas resulta ser una elección acertada, ya que, además de dotar de un plus de ritmo a la acción, también mantiene el interés del espectador a la par que le sorprende en cada vuelta de tuerca del guión hasta el trepidante final.
Lo peor es que la historia en su conjunto resulta absolutamente increíble, y que aunque se ve un esfuerzo por parte de la producción por dotar de verosimilitud a la ambientación de la película en Salamanca (cuya Plaza Mayor, punto central de la trama fue construída íntegramente para su rodaje en México), al final acaban cometiendo numerosos errores de bulto, que bien podrían haberse ahorrado con sólo enviar a una 2ª unidad a Salamanca. De esta manera se hubieran percatado entre otros muchos detalles, de que en las numerosas persecuciones que se suceden, en Salamanca no hay una kasbah, ni calles de 3 carriles por sentido, y mucho menos, de remate final, una autopista de 4 niveles de altura, con un tren suburbano en el nivel más alto. Eso sí, todo ello presidido con la panorámica de Salamanca al fondo, catedral incluída, para que se vea que se lo han currado como Dios manda.
De lo que por todo lo apuntado anteriormente, se deduce que, aunque sólo sea por las escenas de acción y para jugar buscando disparates en la ambientación, al menos te puedes echar unas risas.