Un final para olvidar el de esta, por otro lado, magnífica película de suspense, no porque el presidente no resulte asesinado, sino más bien por lo cogido por los pelos de la manera en que el mostachudo detective finalmente encuentra a su presa, se nota que se quedaron sin tiempo para más metraje lo cual chirria un poco en esta película que funciona como una perfecta maquinaria suiza.
Tienes la sensación de estar admirando un argumento verdaderamente ágil, nunca vi un film en el que el director nos saturara con tal cantidad de personajes y situaciones de un modo tan hábil que en ningún momento tenemos la sensación de no enterarnos de nada o de perder el hilo, y ese es un gran merito, todo funciona con la misma precisión con la que el asesino Chacal calibra su mirilla telescópica para acabar con la pobre sandia.
Pero la cosa decae un poco tras el encuentro con la aristócrata en el hotel, de tres estrellas impropio de alguien de tal linaje, entonces comienzan las lagunas en el argumento y después de un par de reveses del destino y errores gravemente penalizados por la Dirección General de tráfico, te das cuenta de que tanto el asesino como el director no son tan perfectos como parecían, ¿Como consigue Chacal pasar una maquina para pintar coches por la aduana sin levantar sospechas?.
Mención especial para su rubio protagonista que borda su bipolar papel de elegante galán y frío asesino.