Soberbia obra maestra de Clint Eastwood, un director que se empeña en seguir el estilo clásico de los grandes directores de la edad de oro de Hollywood, y que de un modo genial consigue encajarlo en sus historias narradas en la actualidad dándoles un aire de intemporales.
Un director consecuente con su estilo, al que si le preguntas si no le gustaría filmar las escenas de acción cámara en mano con los cristales rotos golpeando el objetivo en Super Slow Motion, te contestaría, la cámara en mano la puedes usar tu para grabar el bautizo de tu sobrino, yo hago cine de la vieja escuela, cine para la posteridad.
Una historia perfectamente hilvanada en la que la carga emocional de los tres personajes principales es tremenda, esos tres niños que jugaban por última vez, inocentemente en la calle. El director consigue a la perfección mediante las actuaciones y los diálogos, mostrarnos los traumas infantiles que arrastran cada uno de ellos desde entonces. Tim Robbins se muestra genial en su caracterización de padre de familia, sencillo, amable pero perturbado por un horrible trauma infantil, un alarde de interpretación.
Sean Penn es un caso a parte, simplemente te hunde y te hiela solo con su mirada, para eso no es suficiente ser buen actor, hay que nacer con un don.
La ambientación en las barriadas de Boston le añade junto a la música un aire de mal sana melancolía y decrepitud muy apropiados a la historia. Una historia que me conmovió absolutamente, ya no solo por la intensidad de las emociones encerradas en cada personaje, sino por que la trama policial paralela, esta filmada de un modo que encaja perfectamente con el resto de la historia de modo que la intensidad no decae en ningún momento, para mi ese mérito del director hace que esta película sea una obra maestra, y prueba viviente de que en la actualidad todavía se puede seguir haciendo buen cine en Estados Unidos, aunque sea a base de invocar a los clásicos.