Scott Walker dirige, escribe y produce esta película con bastante buena mano, en la que un matrimonio (con hija y perro) que regenta una tienda de animales y están pasando apuros económicos, heredan una casa. Su intención es acercarse para verla, y por supuesto, venderla, pero claro, entre descubrimientos familiares, historias antiguas sobre la zona y un depósito de agua ('The tank') construido en unas cuevas subterráneas, el asunto se complica.

Si te gustan las películas en las que unas criaturas dan por saco a una familia en una casa alejada de todo, esta te agradará. Tiene bastantes aspectos meritorios, al menos para mí, como no abusar de la aparición de los 'seres', ni de la sangre, ni de carreritas estúpidas, ni de los manidos 'jumpscares' con bocinazos o sonidos chirriantes.

Los protagonistas más que creíbles, hacen un buen trabajo transmitiendo emociones al espectador, que es otro punto fuerte de la película, que provoca primero intriga, y luego tensión y expectación por su desenlace, pero todo con calma hasta la última media hora. Creo que está ambientada en los años 70, pero es algo que no tiene verdadera importancia.

También podría explicar la sinopsis al revés: hay unos bichejos que viven apaciblemente bajo tierra, a su bola, pero llega una familia de humanos con un perro para tocarles las gónadas, y claro, se preguntan si serán comestibles. En fin, que aunque se trate de un argumento conocido, la peli mantiene un buen desarrollo y te deja con la sensación de no haber perdido el tiempo como ocurre con otros productos del estilo.

Wolf.