Resquemores, rencillas y comidas dominicales de una familia mafiosa de Newark, personificadas por su líder en la sombra, Tony Soprano.
James Gandolfini relata las venturas y desventuras de un capo que, comido por la tensión, apretado por sus problemas familiares y físicamente muy desmejorado, decide ponerse en manos de un psiquiatra para aguantar lo que se le viene encima.

Serie que marcó una época y, aunque superada en calidad por alguna de sus sucesoras, dió ese empujón que necesitaba la HBO para que el gran público confiara en su trabajo.

Primera temporada:
Tony va al psiquiatra y vive en sus carnes una sucesión en el liderazgo de la familia. Simple introducción de la vida acomodada de un mafioso de nivel medio. Cuenta con presencia judía y con dos secundarios muy potentes: Lorraine Bracco y Michael Imperioli.

Segunda temporada:
Mejora en bastante a la primera. Aquí la serie pasa de ser una curiosa visión de la mafia de la costa Este a ser directamente un relato familiar. Todo se hace más profundo y nuevos personajes (sobretodo surgidos de los capítulos del viaje a Italia) dan vida a la parte más interesante de la jerarquía. Grande Pussy y grande Furio.

Tercera temporada:
Vuelve a bajar hasta el nivel de la primera (que no deja de ser alto). Es la temporada de Joe Pantoliano, de su ascenso, de sus métodos poco civilizados, de sus impulsos nerviosos. También es la del despertar de Lorraine Bracco que deja de escuchar tímidamente al capo y decide empezar a crecerse en su posición. El personaje de Tony está ya totalmente afianciado.

Cuarta temporada:
Resulta que a Pantoliano, como a todo buen personaje, le daban dos. En este caso dos temporadas.
Al final de la misma retoma el protagonismo Gandolfini con un nivel magnífico que no se ve acompañado por el del resto. La serie no termina de convencer (dentro de sus grandiosas expectativas, se entiende; Tony Soprano si).

Quinta temporada:
La salida de Pantoliano provoca la entrada de un nuevo agitador, en un papel más natural para sí: Steve Buscemi.
El nivel global de la serie ya queda claro que es, como mínimo, bueno, pero también queda claro que la tremenda fama deviene más de su carácter de precursora (por su diferente versión del mundo de la mafia) que por su calidad en sí.
Magnífica no, definitivamente no lleva a este nivel.

Sexta temporada (doble):
La prole de Tony Soprano madura y toma protagonismo, es la temporada de Anthony Soprano Jr. y se ve aderezada por la situación de Vitto. Trata nuevos temas pero la factura permanece.
Por primera vez en la serie hay guerra de bandas.

En su conjunto es una serie que engancha y que marcó un hito por redescubrir el talento en la pequeña pantalla.
Dicho esto, la fama que atesora no se corresponde con el nivel actual de este producto comercial (las series). Las hay mejores que los Soprano, no muchas pero si varias.