Tengo que admitir que desde el principio del filme quedé cautivada por el paisaje de las primeras escenas, la banda sonora y las cautivadoras expresiones del protagonista; pero vamos por partes.
En primer lugar el largometraje tiene una facilidad para disfrutarlo; desde mi perspectiva fue mucho más divertido verla sin tener la necesidad de entenderla, los diálogos son una telaraña que poco a poco se va desenredado para que el espectador perciba que todo está conectado; sin embrago el director Richard Kelly deja conclusiones a la imaginación, lo que hace que quieras ver la película más de una vez y en cada oportunidad descubres algo nuevo.
Luego está la cuestión psicológica, y no sólo la del protagonista Donnie que notoriamente tiene que acudir a expertos para mantenerse cuerdo, ya sea mediante medicamentos o terapias; sino de los demás personajes que a lo largo del filme muestran su necesidad por creer en algo más grande que el ser humano, para algunos puede ser el amor y para otros Dios.
Y finalmente está todo el tema de los viajes en el tiempo y cómo el libro de "La Filosofía de los viajes en el tiempo" es el símbolo determinante para el argumento, una historia increíble de un conejo que no sabes si viene del futuro o de la mente de una persona; y una banda sonora brutal, destacando "Mad world" de Gary Jules como una pieza que complementa el sonido de eco en las escenas más importantes. Definitivamente una película que tienes que ver al menos dos veces.