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España España · mADRID
Voto de RARRA:
9
Drama Tom Joad (Henry Fonda) regresa a su hogar tras cumplir condena en prisión, pero la ilusión de volver a ver a los suyos se transforma en frustración al ver cómo los expulsan de sus tierras. Para escapar al hambre y a la pobreza, la familia no tiene más remedio que emprender un larguísimo viaje lleno de penalidades con la esperanza de encontrar una oportunidad en California, la tierra prometida. (FILMAFFINITY)
8 de febrero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Las uvas de la ira” es una espléndida película dirigida por John Ford. Quizá no sea la mejor, pero es una de las que contribuyen a que sea correcto calificarle como uno de los mejores directores de cine. Pero que sea una gran obra no es incompatible con afirmar que suele estar sobrevalorada. A ello contribuye en que, más que someterla a análisis y crítica, los que hacen comentarios sobre ella no hacen sino expresar su inquebrantable adhesión a la lucha contra la injusticia social. Lo que en ocasiones les lleva a considerar que quien critica la pericial defiende solapadamente esa injusticia.
Es casi inevitable confrontar la película con su origen, la novela del californiano John Steinbeck. La realidad es que película y novela tiene mucho que ver y poco que ver. La primera se queda en un puro alegato contra las penalidades sufridas por determinados sectores sociales por la crisis del 29 y la actitud de Tom Joad/Henry Fonda frente a determinados problemas laborales. La novela de Steinbeck va mucho más allá: es un canto del individuo frente a la adversidad. Pero el personaje no es tanto Tom, Joad, sino su madre, que en la novela se identifica con el simple nombre de Madre. Ella articula la familia y ella es la que anima y contagia esperanza. Tom no deja de ser algo anecdótico. Por otra parte, los problemas laborales en la película desplazan a otros que amenazan a esa familia, como especialmente son los azotes de la naturaleza. Las desgracias de la familia Joad comienzan con problemas climáticos y cubren el final de la novela con los causados por una riada que supone un nuevo partir de cero, un amplio final que es ignorado por la película.
Digamos de paso que el título de la novela, hasta cierto punto extraño, deriva de lo que Steinbeck escribe cuando se refiere a la destrucción de alimentos para mantener los precios en un escenario de hambre: “...en los ojos de los hambrientos hay una ira creciente. En las almas de las personas, las uvas de la ira se están llenando y se vuelven pesadas, cogiendo peso, listas para la vendimia”. De paso también hay que indicar que Steinbeck distaba mucho de apoyar ideas marxistas o, siquiera, revolucionarias; apoyaba simplemente las políticas del New Deal de su conocido Roosevelt, defendiendo al mismo tiempo los avances tecnológicos.
Pero hay que juzgar separadamente las dos cosas, novela y película. Steinbeck está escribiendo una novela y John Ford dirigiendo una película. Una película que tiene su sello y que se apoya en una admirable fotografía y unos artistas sólidos, entre los que destaca de manera increíble “Madre”, es decir Jane Darwell, aunque bien acompañada por Henry Fonda y John Carradine. No en vano los dos Oscar de la película los obtuvieron John Ford como director y Jean Darwell como actriz secundaria (¿?). La película fue vencida, sin embargo, por “Rebeca”.
Mención especial merece la fidelidad con que parece reflejarse aquel mundo de los 30 de camionetas desvencijadas, de emigrantes que llegaron a los Estados Unidos y no triunfaron, de una ruta 66 primitiva y de un Oeste que dejaba de serlo. Toda la historia rodea la furgoneta de los Joad, que parece compartir la fuerza y la confianza de Madre.
Pasado un año, John Ford filma “La ruta del tabaco”. Vuelve el escenario económico y rural, pero lo hace de una forma diametralmente distinta. Vale la pena verla para compararla.
RARRA
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