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España España · mADRID
Voto de RARRA:
5
Drama. Terror. Intriga Narra las secuelas que sufre un soldado que participó en la guerra de Vietnam. El cartero neoyorkino Jacob Singer intenta evitar que los jirones de su vida terminen de deshilacharse. Lo acosan incesantes flashbacks de su primer matrimonio, de su hijo muerto y de su periodo de servicio en Vietnam. En su nueva esposa busca un asidero hacia la lucidez, pero la línea entre la realidad y el delirio se hace cada vez más delgada.
7 de enero de 2008
51 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Tendría claro Adrian Lyne lo que pretendía hacer? ¿O se dejó llevar por una idea sugerente que no pudo ni supo dominar ni encauzar?

La película, en su primer tramo, parece dedicada a reflejar los problemas de una persona que sufre un profunda neurosis de guerra. Continúa luego sugiriendo que lo que realmente se presenta es un thriller en el que se va diseñando una extraña conspiración. Más adelante sugiere que el problema radica en una responsabilidad personal en un accidente de un niño.

Cuando llega el final las piezas simplemente no encajan. No es que tengan que encajar para que entre ellas construyan un algo. Es que no encajan, simplemente. Parecen haber sido imágenes y hechos gratuitos ofrecidos al espectador para excitar su imaginación.

La clave, probablemente, de esta confusión que conduce al cansancio y al aburrimiento en determinados momentos, radica en que se mezcla un drama personal con una acusación al gobierno de los Estados Unidos de pruebas de drogas en Viet Nam. Cuando Lyne pretende mezclar las dos cosas, la película se viene abajo porque el protagonista comienza a recordar lo que nunca supo. Así de simple. No es ni chicha, ni limoná.

La idea de la escalera de Jacob proviene de la Biblia y alude a la extraña comunicación de Dios con el individuo; aquí se mezcla con imágenes de Doré a la Divina comedia y termina resultando una expresión de un extraño químico que nunca ha conocido el protagonista.

La música de Maurice Jarré, decididamente buena para lo que acompaña. Sin embargo, musicalmente, el momento clave de la película es probablemente aquel en que empieza a sonar “Sonny boy”, la canción que popularizó Al Jolson y que recordaba a un hijo muerto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
RARRA
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