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España España · mADRID
Voto de RARRA:
7
Cine negro. Thriller España, a comienzos de los años 80. Dos policías, ideológicamente opuestos, son enviados desde Madrid a un remoto pueblo del sur, situado en las marismas del Guadalquivir, para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. En una comunidad anclada en el pasado, tendrán que enfrentarse no sólo a un cruel asesino, sino también a sus propios fantasmas. (FILMAFFINITY)
21 de febrero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tomarla como es

La isla mínima es una película claramente supervalorada y eso perjudica a la propia película al hacerla preceder de unos méritos que realmente no tiene. Lo que no significa que no sea una película muy digna pese a los grandes fallos en los que incurre. No hay que dejar a un lado de que esa sobrevaloración no sea producto de la esperanza del público español de tener un cine nacional de calidad. El hecho de ser una película española ha sido un factor que sin duda ha contribuido a esa sobrevaloración.

Los fallos aludidos no son aplicables a la técnica sino que derivan fundamentalmente del guion. No hay descartar, sin embargo, que algunos de esos fallos no lo sean realmente sino que responden a un planteamiento deliberado del propio director, Alberto Rodriguez. Fundamentalmente el abrupto final y los temas iniciados y no desarrollados. Hasta cierto punto ambos cooperan a dar a la película un aire especial.

Esto encajaría con la ambigüedad del mismo guion. No estamos ante una película policial (algo distinto de la policiaca) ni tampoco ante un thriller. Ni se puede encuadrar dentro del suspense ni tampoco en el de intriga. De hecho, el cine está generando constantemente géneros y subgéneros como muestra de su vitalidad. Tampoco, como se ha querido ver en ocasiones, busca una crítica social o política.

La película, no obstante, no sería la misma fuera el ámbito en que se encuadra. Sin las miradas de las marismas desde la vertical y la especie de desazón que crea el desnudo horizontal de las marismas. Y ambas cosas se aprovechan inteligentemente por el director.

En cualquier caso, la película consigue lo que toda debe buscar: entretener y atraer la atención del espectador. Técnicamente no merece ningún reproche y los actores se mueven con soltura, aunque unos mejor que otros. El ruido –mejor hablar de ruido que de música—acompaña adecuadamente los momentos en que la escena lo requiere. Hay que tomarla, simplemente, como es.
RARRA
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