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Voto de Segundo Premio:
10
Drama. Comedia Bob Harris, un actor norteamericano en decadencia, acepta una oferta para hacer un anuncio de whisky japonés en Tokio. Está atravesando una aguda crisis y pasa gran parte del tiempo libre en el bar del hotel. Y, precisamente allí, conoce a Charlotte, una joven casada con un fotógrafo que ha ido a Tokio a hacer un reportaje; pero mientras él trabaja, su mujer se aburre mortalmente. Además del aturdimiento que les producen las imágenes y ... [+]
25 de marzo de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces no basta con ver una cinta una vez para poder juzgarla, ya que las películas perduran sin modificaciones (salvo algún montaje nuevo o alguna remasterización) y manteniendo su mensaje intacto sin evolucionar, por lo que los atributos de cualquier filme, por regla general, no avanzan parejos a los de los espectadores, que viven en una continua evolución a media que van creciendo, van aprendiendo o van cambiando su manera de pensar, más de cien años de cine así lo han demostrado. Hago esta breve introducción para justificar como ha evolucionado mi percepción con la película de Coppola. La vi hace 7 años, y me pareció un coñazo, sobrevalorada en exceso, protegida por la crítica ya que la dirigía la mismísima hija del hombre que adaptó años atrás la trilogía de culto más venerada del mundo y protegida por los espectadores gafapastosos que así reivindicaban a Johansson como algo más que una cara bonita, y así lo he estado pensando bastante tiempo.

No obstante, como ser humano que soy, tengo mis más y mis menos, mis buenos momentos y mis no tan buenos, mis fases creativas y mis fases destructivas, y, el otro día, sin venir a cuento, mi cerebro desconectó del presente y se puso a rebuscar en la memoria, hallando como el que no quiere la cosa la escena en la que Bill Murray se fotografía con un vaso de Whisky, y en ese momento reaccioné, volví al mundo real y decidí verla de nuevo, a ver que impresión me daba ahora.

El mensaje era el mismo, las interpretaciones eran las mismas, la fotografía, la escenografía, la puesta en escena, la peluca de Scarlett, las canciones del karaoke...pero lo que a mí me ha llegado no tiene comparación con lo que me llegó hace siete años. Ahora he visto una banda sonora magistral, unos personajes construidos de una manera prodigiosa, una excelente fotografía y una de las descripciones más viscerales pero a la vez hermosas de la soledad. No la he visto en versión original, por lo que no me gusta juzgar las interpretaciones, pero cada gesto de Murray impacta, cada media sonrisa, cada suspiro, cada mirada hacia Charlotte...no hacen falta palabras para representar un estado de ánimo, y Murray consigue dotar a Bob Harris de un espíritu totalmente encantador para el espectador, y su compañera femenina no se queda corta. Johansson cumple a la perfección con su papel, y su personaje se complemente a las mil maravillas con el protagonista, haciendo que la química que surge entre ambos no solo sea creíble, sino que sea envidiada. El guion consigue mantenerte casi siempre con una sonrisa en la boca, no obstante la acidez y el drama están muy presentes durante la trama, y esto se muestra en los diálogos, ingeniosos y muy cercanos al espectador y con muchas frases memorables. Creo que pocas veces una película ha sido capaz de mostrar de una manera tan atractiva y real cuál es la cara que tiene la sensación de sentirse solo y de sentirse perdido, y la puesta en escena, llena hasta reventar de neones y sonidos estridentes es el complemento perfecto para personificar aún más el mensaje que transmite la cinta.

Sublime, perfecta, hermosa, real...será que he evolucionado, será la edad o será que gracias a esta cinta me he dado cuenta de que no soy el único que anda perdido, ya que he visto una parte de mi en Charlotte y otra en Bob, y puede que de ahí surja mi fascinación por esta producción, por lo que solo puedo decir que Lost in translation es una película totalmente necesaria e indispensable. Un 10.

Pd: El final es perfecto, el final es de carne y hueso, y la guinda del pastel la ponen los Jesus and Mary Chain con Just like honey, no se puede pedir más.
Segundo Premio
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