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Voto de Chris Jiménez:
3
Terror. Thriller. Intriga Una modelo accede a tomar parte de un bizarro experimento con una droga alucinógena. Bajo la experiencia de dicha droga, tiene una visión de una joven mujer brutalmente asesinada con un mortal guante de garras. (FILMAFFINITY)
2 de enero de 2018
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El director Luciano Ercoli, quizá cargado de alucinógenos en el momento en que decidió ocuparse de su producción, nos trae uno de los más curiosos y extraños "giallos" que se realizaron en la época de esplendor del género.

No se puede negar que alberga un comienzo la mar de interesante, eso sí. La famosa modelo Valentina se presta voluntaria para probar una nueva droga alucinógena conocida como H.D.S., que le suministra su amigo Baldi, periodista de una importante revista milanesa; mientras duran los efectos la chica no ve ni estrellitas ni grandes flores amarillas, como en los dibujos de los '70, sino una mujer siendo asesinada en el apartamento de enfrente por un individuo que porta un guantelete de hierro con púas.
Tras verse traicionada por Baldi, Valentina no sólo tiene la sensación de que el mismo hombre que "vio" la persigue ahora, sino que el asesinato de su alucinación es real y se cometió unos pocos meses antes (las drogas no son malas, ¿eh?). Es la única que conoce la verdad con respecto a aquel caso, pero nadie la cree, ni el capullo de Baldi, ni el comisario Serino, ni siquiera su novio Stefano, y mientras continúan sucediéndose hechos extraños el asesino parece estar más cerca de ella.

Empezando como el asistente de Matarazzo, Ercoli se dedicó varios años a producir películas de un variado rango de géneros, entre ellas algunos "spaghetti westerns", hasta que hizo equipo con el guionista Ernesto Gastaldi y debutó al comenzar la década de los '70 con el interesante "giallo" "Días de Angustia". Con el éxito que el estilo estaba generando gracias al también debut de Argento, a Ercoli le pareció perfecto continuar con esa corriente a la que un buen puñado de realizadores se agarró en aquellos años.
El director demostró que sabía seguir los códigos más clásicos del suspense en "La Muerte camina con Tacón Alto", donde ya aparecía su esposa, la actriz española Nieves Navarro. Se ve que hubo un pique importante entre los espagueti en ese momento, porque todos iban a la caza del mejor "giallo" (Fulci, Lenzi, Carnimeo, Cavara, Martino, aparte de los pioneros Argento y Bava, y un largo etcétera), con lo que Ercoli siguió en sus trece dispuesto a abordar otro "thriller" a la italiana.

Para "La Muerte acaricia a Medianoche" el realizador se vino a España a rodar, puso otra vez a Nieves Navarro de protagonista, figurando como Susan Scott para darle un toque internacional a la cosa, y se volvió a unir a Gastaldi que, junto a otros tres guionistas más (tantas cabezas y ninguna con una buena idea), adaptó, y muy malamente, la historia de Sergio Corbucci. Como antes decía, la escena con la que da comienzo el film se perfila muy interesante, por rara que sea, con un toque a lo Argento por eso de que el crimen sea producto del subconsciente.
Vemos cómo Valentina se va metiendo en una trama de suspense oscura, confusa y violenta, pese a la carga de humor absurdo que hay soportar por parte de algunos personajes bastante detestables, la verdad; la historia se va revolviendo en esos primeros tres cuartos de hora donde no dejan de aparecer nombres nuevos y giros de guión a cual más enrevesado, y así hasta que se desinfla irremediablemente. Y es que Ercoli no maneja el suspense igual que en su anterior "La Muerte camina con Tacón Alto", de hecho no se podría decir que lo que nos ocupa sea un "giallo", aunque guarde elementos del mismo; estamos ante un atípico film de intriga de ritmo tedioso, demasiado lento, donde lo ilógico se pone por encima de los diálogos, las actuaciones y la propia trama, que va degenerando en una especie de "poliziotteschi" sin mucho sentido, carreras por los tejados a lo "Harry, "el Sucio" " incluidas.

No es que Nieves Navarro aporte una gran actuación como Valentina, ni tampoco Carlo Gentili, que se limita a hacer del típico policía que no cree ni una palabra del protagonista. Claudie Lange está más o menos decente, a Peter Martell no se lo cree ni su padre y a Simón Andreu dan ganas de matarle con el guante ese de púas. Demasiado metraje para una historia que no va a ningún sitio y se estanca en innumerables ocasiones.
A veces misógino, otras simplemente absurdo, sin demasiada violencia, sin ni siquiera un sólo desnudo para complementar y con un final tan fácil como estúpido, este "thriller" puede pasar por ser de los menos interesantes de esa inmensa lista de títulos que surgieron en los '70 en tierras italianas.
Chris Jiménez
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