Dos mujeres atadas por un ineludible deseo elaboran un meticuloso plan para hacerse con la jugosa cantidad de 2 millones de dólares y desaparecer como si nada.
Esto llevará a que una premisa tan propia del "noir" consiga hacerlo virar sobre sí mismo de manera insospechada. Los estándares se desatan...

Dicho esto hay que empezar recordando que el esplendor del cine negro fue poco a poco resurgiendo en cada década, fundiéndose con elementos más innovadores; en los '90 vio su resurrección con la notable "Revenge" y llegando a su redefinición total gracias al éxito de Verhoeven, "Instinto Básico", introduciendo pronunciadas dosis de violencia, sexo y atisbos de amor lésbico (además de otras perversiones). Ahí estaba el germen de lo que vino después, una innumerable sucesión de títulos donde acabaría la ópera prima de unos hermanos Wachowski deseosos de mostrar su capacidad de cineastas.
Iniciando sus andaduras como ilustradores y autores de cómics para la todopoderosa Marvel, su entrada en el mundo del cine se dio en calidad de guionistas con la sin embargo ridícula y harto irritante "Asesinos", por eso mismo ambos decidieron dirigir su propia historia, la cual Dino de Laurentiis aceptó financiar tras ser rechazada mil veces por otros. Si en aquel momento el "neo-noir" dio films, algunos muy buenos, que explotaban sus más conocidas claves ("El Abogado del Diablo", "La Última Seducción", "La Mujer más Deseada"...), los srs. Larry y Andy poseían una clara visión de su trabajo con el objetivo de tergivesarlas.

Los primeros minutos son la clara señal de cómo se retuercen esas mismas claves; asistimos con detalle a una tórrida relación entre dos mujeres, una que responde a la figura lésbica masculinizada ("Corky") y otra a la de esa sensual, misteriosa y en apariencia inocente "femme fatale" (Violet). Básicamente este prólogo cargado de erotismo muestra el inicio de la infidelidad ya consumada en "Sangre Fácil" mientras recuerda en la distancia a la mantenida por Cora y Frank en "El Cartero siempre llama Dos Veces"...aunque no resulte tan sorprendente como los hechos posteriores (hay momentos que rozan el ridículo).
El matiz lésbico y la profundización psicológica de la que se hace gala (a mí no me agrada personalmente) sirven para practicar ese pequeño giro de los arquetipos, aunque la "femme fatale" gane a los hombres de su alrededor valiéndose de sus armas de seducción, como es costumbre del "noir". Hombres que son representados en su esencia y conducta más hipócritas, violentas y cobardes, por eso mismo los directores se sirven de las clásicas figuras (muy maniqueístas si se permite la observación) de los gángsters, construyendo para la ocasión una trama criminal basada en el engaño, la traición y la muerte y donde la lucidez femenina chocará contra la brutalidad masculina.

Trama de instantes viscerales e implacable atmósfera que nos remite a la literatura de Cain, Ellroy o Thompson cruzada con la de quizás Sara Paretsky (aportado por la perspectiva femenina), si bien las principales inspiraciones fueron Wilder, Huston y la obra de Miller "Sin City" (la forma y la estética así lo atestiguan). Trama, en la distancia recordando a la de "Pensamientos Mortales", que se sobrepone a la inicial aventura romántica conduciéndola por los cauces de un "thriller" realmente áspero en donde juega un papel especial la opresión y el desplazamiento de la mujer y su asunción del rol de invisible autómata.
Lo que cobra importancia sin duda es la intriga criminal entre esos despiadados miembros de la mafia al estilo Puzo gracias a Caesar, personaje minúsculo en principio que va creciendo poco a poco hasta convertirse en un auténtico monstruo, capaz de robar la película al inteligente dueto femenino él solito y hacer que le pertenezca por pleno derecho. Y como suele suceder en las negras fábulas imaginadas por los Coen, la cabezonería, las malas decisiones y la estupidez rematadamente grande del ser humano hacen aquí acto de presencia determinando la norma a seguir (en films como "Fargo" o la nombrada "Sangre Fácil": si algo ha de salir mal saldrá mal...e irá a peor).

En cuestiones técnicas los Wachowski demuestran en "Lazos Ardientes" su talento innato para sumergirnos de modo natural en el suspense, con una fluidez narrativa pasmosa y gran uso del poder visual, patente en sus elaborados planos-secuencia, sus calculada planificación, su manera de deslizar la cámara por los espacios, acariciando superficies y entrando y saliendo constantemente del interior de objetos o lugares (como le gusta hacer a Lynch). Paulatinamente logran atraparnos en un juego perverso de dobles cuerpos, atracciones fatales, crímenes perfectos y feroces instintos primarios.
La dirección artística de Robert Goldstein y Andrea DoPaso, el montaje de Zach Staenberg y la fotografía de Bill Pope resultan esenciales en este aspecto. Y mientras el cineasta Richard C. Sarafian (artífice de la mítica "Vanishing Point"), John Ryan y Barry Kivel brindan unas buenas actuaciones, el dúo protagonista nos cautiva y seduce, formado por una explosiva y engañosa Jennifer Tilly (repitiendo un papel similar al de sus previas "Engaño Mortal" y "Bird of Prey") y la mejor Gina Gershon, asumiendo una imponente versión femenina de Dean o McQueen (como el lado más duro de su Cristal de "Showgirls").

No obstante Joe Pantoliano, elegido por la misma Gershon, consigue superar a sus compañeras femeninas (como hace su personaje) gracias a una interpretación salvaje, inmensa (la mejor y favorita de toda su carrera). Él es, al final, el protagonista.
Con el poco presupuesto del que dispusieron, los Wachowski probaron ante todos su destreza y potencial en su elegante reinterpretación de los cánones del "noir", abriéndoles las puertas, si bien no para un superéxito de taquilla, sí para preparar sus ansiados proyectos personales. Eso sí, un inicio mejor expuesto y un final más trágico habrían elevado la nota de la película (más en Zona Spoiler).