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Voto de Chris Jiménez:
7
Ciencia ficción. Comedia En una fábrica de robots se construye, con fines pacíficos, un sofisticado modelo, pero los responsables deciden que también puede servir para la guerra. Durante la presentación del invento, un rayo afecta al robot; a partir de ese momento, deja de ser una máquina militar y, en su huida, se encuentra con una chica que, tomándolo por un extraterrestre, se lo lleva a su casa. (FILMAFFINITY)
26 de abril de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y él lo sabe bien, pues aunque sea una máquina, aunque esté hecho de cables y circuitos y aunque tenga ruedas en vez de piernas, puede sentir como un ser humano, ¡porque está vivo!
Hablamos de aquel simpático y patoso ser mecánico que enterneció los corazones de muchos allá por los años '80: N.º 5. O, como a él le gusta que le llamen, Johnny 5.

Este robot con la capacidad destructiva de Terminator, al que le caía un rayo como al monstruo de Frankenstein y que le dejaba tan manso y adorable como E.T., también logró enternecerme y divertirme horrores cuando era un crío. Siempre quería tener un robot como él; ahora, revisionando la película después de tantísimo tiempo, pues la cinta se hizo trizas de ponerla reiteradamente en el VHS, una sensación de nostalgia me ha embriagado al reencontrarme con mi viejo amigo N.º 5, desde el mismísmo principio, cuando aparece en pantalla el título del film.
Los productores David Foster y Lawrence Turman tuvieron la idea de presentar al público un robot al que pudieran querer y, sobre todo, entender, tratando el tan manido tema de una máquina con la capacidad de expresar sentimientos como los humanos, como ya hemos visto otras muchas veces, fichando para el proyecto a los guionistas S.S. Wilson y Brent Maddock y al director John Badham, para quien esta película significaría otro notable éxito comercial, máxima que siempre ha seguido en su cine.

Resulta que en los laboratorios NOVA se está trabajando con un invento revolucionario, unos transportes de armas nucleares inteligentes, o lo que es lo mismo, robots portando bombas y cosas para matar, aunque los militares dicen que servirán para establecer la paz. Tras la demostración, comienza una fuerte tormenta y, así como quien no quiere la cosa, un rayo cae justo en uno de los prototipos, el n.º 5, para ser exactos; parece que está averiado, que funciona mal, pero nada más lejos de la realidad...lo que sucede es que, a causa de la intensidad de la descarga, el robot ha cobrado vida (¡!).
Por supuesto esa no es la perspectiva de los científicos Newton y Ben, que mantienen la firme teoría de que una máquina no está viva, ni siente ni padece, "¡sólo procesa el programa!". Sin embargo, y contra todo pronóstico, este N.º 5 ha tomado conciencia de sí mismo, como un humano...de hecho, es más humano que los individuos que van tras su busca; por suerte nuestro amigo contará con la ayuda de Stephanie, una chica que se ha encariñado con él y con la que descubrirá muchas cosas con respecto a lo que significa estar vivo.

Pese a no ser más que la típica película familiar de los '80, destinada al sector infantil, concretamente, "Cortocircuito" tiene algo, un alma, inocente y pura, de la cual carecen hoy las películas; eso es lo que hace tan especial al cine ochentero, y más aún al de fantasía y ciencia-ficción. Badham vuelve a demostrar que sabe manejarse en el cine comercial, que tiene talento para hacer de la historia una dinámica y muy entretenida aventura para todos los públicos, entrañable, con mucho humor, acción, gotas de romance y hasta parodiando su propio cine (lo podemos ver en aquella escena donde N.º 5 imita al Travolta de "Fiebre del Sábado Noche", debut del director).
El film pone en solfa el tema de la Guerra Fría, tan usado en el cine americano de la época, critica el abuso de la televisión que tanto se daba en los EE.UU. de la era Reagan y, con una vena de lo más "spielbergiana", trae a colación uno de los temas más usados en la ciencia-ficción: ¿una máquina puede sentir emociones?, ¿pensar por sí misma sin necesidad de programas?, ¿romper las reglas que sus creadores le han impuesto a través de la ciencia por medio de sentimientos? No en vano el robot protagonista se hace estas preguntas, se cuestiona sobre su propia existencia mientras aquellos que le han creado en un principio ahora le persiguen para destruirle, lo que añade un punto melancólico y pesimista a la historia.

Steve Guttenberg vuelve a hacer de papanatas de buen corazón, que se le da de miedo, compartiendo pantalla nuevamente con G.W. Bailey, con quien ya se vio las caras en "Loca Academia de Policía" (por cierto, que el tío casi hace el mismo papel). La muy boba y tremendamente empalagosa Ally Sheedy, de la que me enamoré de pequeño (por qué no admitirlo), es la que le da la nota emotiva al film, mientras que Fisher Stevens, como buen extranjero en el cine de los '80, y Austin Pendleton, dan la nota cómica y desenfadada. Y hasta podemos ver al mismo Badham haciendo de cámara de televisión.
La estrella, de todas formas, sigue siendo ese mítico N.º 5 que se configura como una mezcla del E.T. de Spielberg, el Starman de Carpenter y el C-3PO de Lucas que de seguro todos quisimos tener de amigo cuando éramos pequeños, y con el que Syd Mead, diseñador en "Tron" y "Blade Runner", realizó un gran trabajo.

La moralina que persigue esta fantástica película, y el robot protagonista de la misma, es de lo más sencilla y justa: vive y deja vivir.
Increíble. Un robot nos lo puede mostrar de manera más noble que un ser humano...y antes que Wall-E, ojo, que hay por ahí algunos ignorantes que no saben que Johnny 5 llegó antes.
Chris Jiménez
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