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Voto de Chris Jiménez:
6
Drama Nobuko es una profesora joven y animada que trabaja en una escuela conservadora. La película narra sus experiencias y como desafía a la escuela con su método liberal de dar las clases. (FILMAFFINITY)
11 de marzo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una maestra, confiada e idealista, acepta un nuevo trabajo en un centro, pero no sabe que está a punto de verse envuelta en una auténtica batalla.
Y parece ser la única que sabe que a veces los modales y la disciplina no lo son todo...

Una historia de este estilo no podía ser llevada al cine de mejor manera que estando realizada por Hiroshi Shimizu, quien se prepara para iniciarse en unos '40 un tanto agitados para su carrera; mientras Japón se apodera de Indochina, el Estado controla la fabricación de películas, la participación en el esfuerzo de la guerra se impone a los directores y el órgano superior del control de la prensa, la radio y el cine prohíbe tratar la libertad y el individualismo, el nativo de Shizuoka se sale por la tangente con sus audaces apuestas y es el más respetado de los miembros de Shochiku.
Sobrevive al nacionalismo conquistador en un país al que le falta muy poco para lanzarse a la yugular de Norteamérica; su primer proyecto de ese 1.940 está de nuevo enfocado en el mundo de la enseñanza, lugar predilecto para él, y consiste en adaptar la novela "Nobuko" publicada sólo dos años antes por el autor Toyoo Iwata, hombre muy centrado en la actualidad de su sociedad y genio de la sátira costumbrista, sin embargo considerada por muchos como una simple versión torcida de la celebérrima "Botchan", ya también trasladada a la gran pantalla. La obra del primero, por otra parte, deja de lado el humor socarrón del que se servía Natsume Soseki.

Los paralelismos están ahí. Mientras su protagonista era un profesor de Tokyo que llegaba con toda su arrogancia y poca vergüenza a la zona rural de Shikoku, donde desataba la hostilidad con sus gentes y sus alumnos, Nobuko, pleno reverso, es una pueblerina que se aventura a dar clases en un centro exclusivamente femenino, mientras el sentimiento militar y disciplinario que se vive en el país parece contagiar las reglas tan concretas y no poco estrictas a las que es sometida (particularmente incómoda resulta la fijación con su acento, que debe esconder para no destacar entre el colectivo y mimetizarse como es debido con los demás miembros del profesorado).
Destaca sobre todo cómo afectan a esta mujer, interpretada con firmeza y entusiasmo por la olvidada Mieko Takamine, que se pretende una señorita de ciudad con sus ropas al estilo occidental, pero aquí las apariencias y la realidad estarán jugando siempre un importante papel; el primer conflicto surge con sus maneras liberales, corregidas por la directora, que no puede tolerar ver a una maestra residiendo en la casa de una geisha (tan solo una familiar), por lo que debe quedarse como interna en el centro (es decir, mezclarse con la masa). Pero los comentarios de índole política y choque de ideologías no van más allá de estas disquisiciones.

Shimizu plantea por entero un drama con sus acostumbrados ribetes íntimos y jamás cayendo en el burdo sentimentalismo; no tarda en aparecer, la base que sostiene al argumento es el cara a cara directo entre Nobuko y la problemática alumna Eiko, caprichosa, malcriada y ansiosa de toda atención. Con todo el coraje del mundo, aquél hace que su protagonista libre una lucha contra las reglas del colegio, se levanta contestataria ante la indiferencia de sus colegas, todo un acto revolucionario que, añadiendo una trifulca con un ladrón que se cuela en el lugar (instante humorístico algo grotesco), acaba ganándose el respeto de todas, así como el recelo de algunas...
La figura de Eiko es la de mayor peso en realidad, pues se irán desvelando verdades sobre ella que poco a poco cambiarán el punto de vista de Nobuko; el que sea hija del hombre que mantiene a la escuela no resulta un problema, pero sí el modo en que la historia intenta justificar su comportamiento desvergonzado, repelente e injusto. Se puede decir que se usa la trampa dramática con una autoconsciencia chirriante y poco creíble para ser el director que es, sin perder de todas formas esa habilidad que le caracteriza para dotar al film de una personalidad honesta y un ritmo fluido gracias a su extremo cuidado en la puesta en escena.

Y esto es algo que brilla tantos en las secuencias en el interior del edificio, más agobiantes, como las que tienen lugar en el exterior, siempre entornos naturales bucólicos magnificados por la preciosa fotografía del maestro Yuharu Atsuta; lastra a la credibilidad del film su intento de convertirse en un puro melodrama a toda costa, revelando el trauma familiar de la alumna problemática para despertar la compasión de los personajes que la rodean y el espectador. Su mensaje acaba siendo muy simplista y el drama, a pesar de que Shimizu se esfuerza en absorbernos en su cariz trágico, no cruza esferas realmente oscuras ni demasiado perturbadoras.
En cuanto a dicho mensaje es dejar prevalecer el afecto y la comprensión por encima de todo, algo que al final, quizás de forma inconsciente, los jóvenes muestran a los adultos, siendo el aprendizaje y la guía algo recíproco; este ideal lo impregna toda la filmografía del cineasta, y lo expondrá de mejor manera en su siguiente trabajo, "La Torre de la Introspección", más rica en cuanto a trama y detalles pero también más inclinada, inevitablemente, hacia los aspectos militaristas y nacionalistas. Tras esa Takamine en su íntegro y conmovedor papel nos deleitamos con algunos famosos rostros femeninos de entonces como los de Choko Iida, Mitsuko Yoshikawa y unas jóvenes Sachiko Mitani y Mitsuko Miura.

Ésta última, haciendo de Eiko, consiguió que un servidor sólo quisiera verla abofeteada hasta perder todos los dientes...hasta que la película impuso sabia y convenientemente la distancia sobre ese sentimiento al desnudar el alma del personaje. Aun así no deja de ser una maniobra un tanto tramposa.
Más de una década después, Kinoshita emplearía un concepto y escenario similares en su aplaudida "Veinticuatro Ojos", cuya protagonista la interpreta otra Takamine (Hideko, en este caso). Pero la de Shimizu llegó antes.
Chris Jiménez
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