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Voto de Chris Jiménez:
6
Acción Un desastre de inimaginables proporciones amenaza la ciudad de Los Ángeles: un terremoto y el intenso calor que emana del subsuelo anuncian, sin lugar a dudas, la erupción de un volcán, lo que causaría una situación de caos sin precedentes en la ciudad. Mike Roark (Tommy Lee Jones), director de la oficina de gestión de emergencias, con la ayuda de una sismóloga, la doctora Amy Barnes (Anne Heche), intentará controlar la situación para ... [+]
25 de mayo de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fuerza de la naturaleza no conoce límites y puede presentarse en cualquier momento y en cualquier lugar...
Tornados, terremotos, lluvias torrenciales. Fenómenos que una gran población de área metropolitana puede afrontar...¿pero qué se hace cuando la amenaza es un volcán?

Como todo género que se precie tiene una época de esplendor, el de catástrofes vivió la suya a lo largo de los '70, cuyas propuestas se basaban en costosas producciones con el objetivo de poner a prueba los efectos especiales y sonoros más punteros del momento y reunir en la pantalla a los rostros más conocidos de la industria; temblores ("Terremoto"), incendios ("El Coloso en Llamas"), miedo por aire ("Aeropuerto"), por mar ("La Aventura del Poseidón"). Todo cabía en el frasco de los desastres cinematográficos.
Sin embargo el género, que servía de cajón de sastre para acomodar los miedos de distintas generaciones de espectadores desatando las furias sobre sus cabezas desde la gran pantalla, pareció resurgir en la década de los '90 en todas y cada una de sus ramificaciones apostándose por lo esencial: efectos visuales de primera clase para lograr el impacto del público. En amenazas espaciales, "Armageddon" y "Deep Impact" se pusieron en competencia directa estrenándose casi al mismo tiempo, situación muy parecida a la vivida por "Un Pueblo llamado Dante's Peak", que volvió a poner de moda el gusto por las catástrofes volcánicas, y "Volcano".

La primera, dirigida por Roger Donaldson bajo el auspicio de la Universal y contando con un abultado presupuesto y una pareja tan solvente como Pierce Brosnan y Linda Hamilton, se estrenaría en Febrero de 1.997 con buenas críticas y buenos resultados en taquilla; dos meses después, la 20th Century Fox ponía en cines un proyecto cocinado a fuego rápido con el británico Mick Jackson dirigiendo (quien esperaba un éxito como agua de Mayo tras haber pasado cinco años de sequía desde "El Guardaespaldas"). En esta ocasión Jerome Armstrong centra el escenario no en un lugar apartado, sino en plena civilización: Los Ángeles.
La soleada urbe se ve imponente desde la superficie en una secuencia de apertura donde se repara en lo íntimo y cotidiano de la vida de los que respiran su viciado aire...pero no por bonita una ciudad deja de tener entrañas, y las de la que nos ocupa están deseando expulsar todos los males que se han estado acumulando hacia afuera. Los clichés se siguen de cerca y los personajes que se verán implicados o cruzarán sus vidas son presentados rápidamente, uno tras otro (desde la carismática geóloga que sabe que tiene razón pero todos ignoran hasta el policía subnormal o el responsable jefe de emergencias, aunque torpe como padre, que hará lo posible por salvar a los habitantes), pero es interesante cómo se muestran las relaciones entre todos los servicios que operan e intentan mantener estable la ciudad.

Como a veces un desastre hay que apreciarlo desde el enfoque más fantástico, y como el cine es el lugar idóneo para filtrar la fantasía y la ficción al mundo real, Jackson y Armstrong siguen la lógica de los films de catástrofes de toda la vida cogiendo trazos de ciencia para escolares (la improvisada clase que Amy da a Roark sobre las placas tectónicas es digna de elogio) y tergiversarlos, confundirlos y ponerlos bocabajo a su antojo. Pues en el cine no hay leyes ni límites. Los primeros terremotos ponen sobre aviso a una población muy ocupada en sus quehaceres como para prestar atención a la tierra que, como todos sabemos, se mueve día sí día también en esa parte de la nación...
Hasta que lo imposible se hace tangible cuando el agua se transforma en azufre y de los pozos de alquitrán brotan bolas de fuego que se estrellan contra los edificios. Jackson se sirve del gran presupuesto y un despliegue de medios y efectos especiales de primer orden para dar una terrorífica forma a lo imaginado mientras los personajes, estereotipados en todos los aspectos, unen sus fuerzas para salvar a los más indefensos, en un alarde del poderoso espíritu americano (pero primero salven los museos y las obras de arte...).

El poco argumento que hay transcurre sin imprevistos para el espectador que ya esté ducho en este tipo de películas y todo lo que podemos esperar es que los fuegos se sofoquen rápido, el avance del magma se estanque en un punto muerto y la ceniza cese de caer del cielo ante el estupor general; tampoco gozaremos, aunque haya momentos sobrecogedores (Stan intentando salvar al conductor del tren...), de grandes dosis de violencia ni realismo, pues lo importante es que podamos vislumbrar la presencia del entretenimiento entre tanto horror y destrucción (no será tan terrible la cosa: ni morirán niños ni animales...).
Tommy Lee Jones, un Sam Gerard metido a jefe de emergencias e inmerso en una algarabía de carreras y saltos convirtiéndose en héroe de acción de primera línea, comparte pantalla con esa guapa Anne Heche que se esfuerza al máximo para resultar creíble (lo cual no significa que lo logre...). Un divertido Don Cheadle, Jacqueline Kim y el mítico Keith David cumplen su cometido decentemente y a Gaby Hoffmann dan ganas de agarrarla por el pescuezo y hundirla en la lava junto con su insufrible interpretación; el mejor, un inesperado John Carroll Lynch que se lleva la mejor y más dolorosa escena de todo el film.

La partitura de Alan Silvestri (que recuerda a la de "Depredador") aporta intensidad al excelente trabajo de efectos especiales, lo cual es lo que hace de "Volcano" una más que entretenida cinta para quienes somos fans del cine de desastres.
Pese a que la inverosimilitud campa a sus anchas y nos sea ofrecido uno de los momentos más estúpidos jamás vistos en la gran pantalla (cuando Roark se lanza al rescate de su hija y el niño, ¡que es para verlo y no creerlo, oigan!), ¡pese a todo eso!, la obra de Jackson superó un Razzie, un aluvión de malas críticas y logró una provechosa recaudación en cines. Eso sí, no desbancó a la de Donaldson.
Chris Jiménez
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