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Voto de Chris Jiménez:
10
Intriga. Cine negro. Drama Una mañana, Jeffrey Beaumont (Kyle MacLachlan), después de visitar a su padre en el hospital, encuentra entre unos arbustos una oreja humana. La guarda en una bolsa de papel y la lleva a la comisaría de policía, donde le atiende el detective Williams (George Dickerson), que es vecino suyo. Comienza así una misteriosa intriga que desvelará extraños sucesos acontecidos en una pequeña localidad de Carolina del Norte. (FILMAFFINITY)
17 de enero de 2018
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este es un cuento para no volver a dormir, un cuento narrado y plasmado en imágenes por un genio al que siempre se le ha dado de maravilla contar historias, un cuento entre demoníaco y beato forjado a través de la mirilla de armarios llamado "Terciopelo Azul".

Su artífice y creador fue David Lynch, quien allá por 1.984, y tras el sonado fracaso que de "Dune", se dedicó a retomar un proyecto al que había estado dando vueltas incluso antes de finalizar "Cabeza Borradora". Por descontado, lo que tenía en mente se perfilaba como algo diametralmente opuesto a la desorbitada adaptación de la novela de Frank Herbert, la cual casi dejó sin blanca a Dino de Laurentiis, aunque el buen hombre volvió a producirle e incluso le dejó libertad artística total.
"Terciopelo Azul" significó un cambio drástico para el director: de moverse entre gigantescos decorados y miles de extras a hacerlo en espacios interiores oscuros y escenarios naturales, además de contar la historia que él quería y como él quería, algo que significó sin duda una pura felicidad en la concepción y elaboración. Se inicia este viaje al corazón de las tinieblas de la América ideal y conservadora desde arriba, la parte que todos alcanzamos a ver, con el Sol iluminando las limpias calles de la ciudad maderera de Lumberton por donde pasa en su camión un amable bombero que nos saluda, con los rosales siendo mecidos por una suave brisa mientras los niños cruzan la carretera para ir a clase...

Hasta que a un pobre hombre le empieza a dar un ataque y se nos desvela lo que se oculta bajo la hierba en la éste cae convulsionándose: la tierra musgosa y densa, los insectos, cuales monstruos, invadiendo un reducido y claustrofóbico espacio en el que parecen estar devorándose entre ellos. Jeffrey, un muchacho de aspecto inocente e hijo del hombre anterior, será el responsable de penetrar en el subsuelo profundo de la ciudad y de su inconsciente al hallar una oreja cortada y llena de hormigas en mitad de un descampado. Este suceso casual le pondrá, primero junto a la joven Sandy y luego en solitario, sobre la pista de una sufrida cantante de pub llamada Dorothy Vallens, subyugada a la tiranía del maléfico Frank Booth.
Jeffrey, sin planearlo, pasa de ser un curioso espectador de los hechos a integrarse en un territorio desconocido que hará emerger el lado más tenebroso de su personalidad. Ya desde el principio, la obtusa mente de Lynch nos invita a asistir, a partir de un sugerente telón de intenso color azul, a una ficción efectuada a dos niveles: el de la normalidad y la monstruosidad, el que vemos y el que desconocemos. Porque no por plácido o soleado, un pequeño pueblo deja de tener entrañas, podridas y oscuras como la boca del lobo, y rugiendo terribles maldiciones en la más baja frecuencia.

"Terciopelo Azul" es sin duda la caja de pandora para el director, ya que lo que sería su cine y su peculiar universo en años posteriores, rebosante de enigmas, sensualidad, simbologías, sentido detectivesco y canciones "crooner", se encuentra aquí. No obstante, a diferencia de las complicadas y enrevesadas tramas de futuros títulos como "Carretera Perdida" o "Mulholland Drive", la de éste es, simple y llanamente, una exploración interior, la curiosidad expuesta como medio de acceso al conocimiento. Este es el medio que usa Jeffrey para interpenetrar, como él dice, en "algo que siempre ha estado oculto", en "un misterio donde todo es secreto".
Lynch se influencia principalmente de Bergman, DePalma, Buñuel (clarísimo en lo de la oreja y las hormigas) y Hitchcock, siendo grandes referencias "Pánico en la Escena" o "La Ventana Indiscreta" (MacLachlan casi lleva de nombre el apellido del personaje de Stewart) para tejer un estilizado universo que navega entre lo seductor y lo deliciosamente perverso, no desprovisto de cierta suavidad, ingenuidad y humor negro, todo relacionado con su manera de escenificar la ficción como espacio de fantasmagoría mental y sexual. Estamos siendo arrastrados a un universo que mezcla cotidianidad con horror, curiosidad con repulsión, y que transforma a los chicos en hombres a través de un ritual iniciático cargado de violencia, sexo enfermizo y muerte.

Kyle MacLachlan colabora por segunda vez con el director y se convierte en el perfecto análogo de éste y en su actor fetiche (siendo Jeffrey Beaumont el preámbulo del detective Dale Cooper, al igual que Lumberton lo sería de Twin Peaks), junto a Laura Dern, que hace su entrada por primera y no única vez en el universo "lynchiano" cuya cara luminosa es la contraposición de una inconmensurable Isabella Rossellini en el mejor papel de toda su carrera; brutal y amenazador desde que entra en escena, Dennis Hopper consigue con su Frank dar vida a uno de los villanos más repulsivos y aterradores que ha conocido el cine mientras repite Jack Nance, por supuesto.
Angelo Badalamenti compone una banda sonora de gran sensibilidad y "aterciopelados" matices para crear una atmósfera sin igual junto a la excelente fotografía de Frederick Elmes, abisal, que envuelve, que deja en penumbra rostros y escenarios preservando sus misterios. Rompedor, transgresor y polémico en el momento de su estreno, "Terciopelo Azul" aguantó el paso del tiempo con firmeza, sirviendo de influencia a futuros cineastas y numerosos "thrillers" (aunque a todos los efectos su género sea inclasificable) y siendo relegado no sólo a uno de los más brillantes films de los '80, sino de la Historia del cine.

Coronada con un desenlace apocalíptico donde los seres humanos se tornan en monstruos y viceversa, Lynch da vida a su obra más sensual, esotérica y elegante; su huella y sus incógnitas aún perduran.
Osad echar un vistazo a través del ojo de una cerradura, las rejillas de un vestidor o una oreja a medio pudrir, quizás lo que veáis os fascinará y asqueará a partes iguales...pero entonces ya no habrá vuelta atrás. Bienvenidos al reverso más sugerente de un mundo de pesadilla: el de la Norteamérica gótica.
Chris Jiménez
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