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Voto de Chris Jiménez:
9
Drama Japón feudal, siglo XVI. Adaptación del "Macbeth" de William Shakespeare. Cuando los generales Taketori Washizu y Yoshaki Miki regresan de una victoriosa batalla, se encuentran en el camino con una extraña anciana, que profetiza que Washizu llegará a ser el señor del Castillo del Norte. A partir de ese momento, su esposa lo instigará hasta convencerlo de que debe cumplir su destino. (FILMAFFINITY)
26 de julio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una profecía dice que un valiente guerrero samurái gobernará en la primera fortaleza del territorio mientras que su mejor amigo se convertirá en el señor del gran castillo...aunque se ha pronosticado que al hijo del primero también le pertenecerá dicho castillo.
Una tragedia de dramáticas consecuencias y orígenes bien conocidos que acabó transformándose en una de las más grandes obras del cine nipón.

Cuando Akira Kurosawa estrenó una de sus más infravaloradas y, sin embargo, mejores películas, "Crónica de un Ser Vivo", decidió embarcarse en un proyecto que tenía en mente y deseaba realizar desde hacía seis años; el director, y es algo que todo el mundo sabe ya, sentía gran admiración por escritores y artistas extranjeros, de cuyos trabajos disfrutaba antes de que el Gobierno de su país censurase todo lo que recordaba la cultura anglosajona tras los hechos de Pearl Harbor. William Shakespeare era uno de esos artistas, y "MacBeth" una de sus obras favoritas.
Junto a sus colaboradores Ryuzo Kikushima, Hideo Oguni y el recientemente desaparecido Shinobu Hashimoto, la celebérrima tragedia se traspasaría al contexto japonés (no sería la única vez que haría tal cosa). Para una mente occidental puede parecer un tanto sorprendente que un director nipón pretenda adaptar a Shakespeare, pero un mínimo conocimiento de la agitada era Sengoku, con sus traiciones y venganzas para conquistar el poder, permite comprender hasta qué punto es pertinente dicha elección. Kurosawa cambiaría así la Escocia de la Edad Media por aquel periodo de las Provincias de Guerra, tan turbulento para el país nipón, al que tanta afición tenía y que ya tocó en "Los Siete Samuráis".

Los generales de la armada del rey Duncan, MacBeth y Banquo, son Taketoki Washizu y Yoshiaki Miki, que se hayan en plena contienda contra los enemigos de su señor Tsuzaki Kunimaru. Regresando de la batalla se han visto atrapados en el espeso Bosque de la Tela de Araña, y algo increíble les acaba sucediendo: una especie de espíritu con forma de anciana mujer profetiza que Taketoki será nombrado señor de la Guarnición del Norte y más tarde llegará a señor del Castillo de la Tela de Araña; del mismo modo, Yoshiaki se convertirá en comandante de la primera fortaleza del reino. Lo malo es que la anciana también les avisa de que el hijo de Yoshiaki, Yoshiteru, gobernará en el futuro castillo de Taketoki...
En "Trono de Sangre" hallamos una magnífica combinación de elementos orquestada por Kurosawa: la tragedia "shakespeariana" y la épica de samuráis más clásica, los cuales acabarán cristalizando en "Ran" treinta años después; la acción y la aventura dominan en "Los Siete Samuráis" y "La Fortaleza Escondida", pero todo ello queda en un segundo plano en favor del hecho significativo que se produce en el escenario de batallas y odio del siglo XVI: una profecía que a todas luces tendrá consecuencias dramáticas, subyugando a los protagonistas de la historia a una serie de malos presagios (el caballo loco, los pájaros, las visiones que persiguen a Washizu) y atrapándolos en esa rueda del destino de la que es imposible huir, bien representada en ese telar que la anciana no deja de girar.

Kurosawa, además, introduce otros aspectos clave que ayudan a caracterizar su obra. El teatro Noh, tan amado por el director, será la referencia iconográfica de "Trono de Sangre", por el despliegue de la interpretación de los actores en escena sobre un decorado interior y esos maquillajes blanquecinos tan distintivos. "Antaño, ahora, nada cambia", cuentan esos fúnebres cánticos, donde se asimila la vía conquistadora con la vía del demonio; así, se traza una perspectiva de la historia reciente de Japón, la deriva nacionalista que lo condujo al desastre, y es que Washizu se cree invencible, protegido por sus predicciones, al igual que Japón cuando le declaraba la guerra a China y luego a EE.UU. (ese castillo destruido es la perfecta metáfora de la insularidad del país, que se tiene, erróneamente, por invencible).
El director, gran admirador del cine histórico de Kenji Mizoguchi, se inspira en él en lo relativo al vestuario y decorados, mientras que dota al film de una atmósfera de cuento de terror ancestral que se mueve entre lo mágico y lo fantasmagórico, recreado de forma fascinante en los encuentros con los espíritus del bosque y reforzado con el uso de grandes efectos meteorológicos, nunca ausentes en su cine. También resaltan detalles técnicos como la espléndida fotografía de Asakazu Nakai, la música de Masaru Sato y, cómo no, la brillante puesta en escena.

Toshiro Mifune da vida a uno de sus personajes más memorables, el de Washizu, valiente guerrero dominado por la ambición de poder y vulnerable ante los giros del destino; no obstante, éste se ve constantemente manipulado por Asaji, encarnada por Isuzu Yamada, cuyo papel prolonga aquí el de la mujer instigadora que ven los hombres en "Rashomon". Igualmente notables Minoru Chiaki, Hiroshi Tachikawa, Takashi Shimura, uno de los colaboradores habituales del director, y Chieko Naniwa, que pone los pelos de punta con su brillante interpretación de esa anciana-espíritu, la cual reemplaza a las tres brujas de "MacBeth".
Superstición, fantasmagoría y locura se unen a una épica aventura de grandes y encarnizadas batallas, resultando en la gran película que "Trono de Sangre" sigue siendo hoy día, una de las mejores de Kurosawa, que sufrió multitud de problemas durante el rodaje para llevarla a cabo y terminó extenuado por ello, en la que además encontramos una secuencia que ha pasado a la Historia del cine.

Y esa es la muerte de Washizu (para el que no lo sepa, el director contrató a arqueros expertos, los cuales dispararon flechas reales sobre un asustado Mifune...).
Chris Jiménez
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