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Voto de Chris Jiménez:
7
Thriller. Cine negro. Drama La hija del presidente de una importante empresa inmobiliaria se casa con Nishi, el secretario de su padre. Durante la boda, ciertos rumores y comentarios circulan entre los invitados: cinco años antes, cuando un hombre murió tras caer por la ventana del último piso del edificio de la compañía, mucha gente dudó de la versión oficial, según la cual se había tratado de un suicidio. (FILMAFFINITY)
5 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La prosperidad de una nación en progreso. Tantos ignorantes que depositan su fe en aquellos que tienen el poder sobre el suelo que pisan.
Pero dentro del universo de Akira Kurosawa el suelo que pisa el villano acaba resquebrajándose y hundiéndose. A las espaldas de la corrupción, la calumnia y la traición él siempre intentaba que acabase cayendo la justicia...

Así esta es una nueva incursión en el terreno de la problemática social, y sucede justo cuando se inicia esa curiosa etapa de su carrera tras el enorme éxito de "Hidden Fortress", que ha significado un arma de doble filo para Toho, pues la recaudación y los galardones compensaron una producción que pareció irse por la borda por culpa de los retrasos y los aumentos incluso ofensivos de presupuesto, imposibles en aquella época; nace entonces Kurosawa Productions de su asociación al 50% con Toho, permitiéndole mayor libertad para organizar sus proyectos con la condición de tener presente un obligatorio beneficio de taquilla...
Es decir, libertad según los estándares comerciales de la propia productora (la misma que antes, básicamente); una maniobra clásica de los ejecutivos donde si la mitad de la asociación fracasaba ellos no estaban directamente implicados y sus otros directores de contrato podían respirar un poco mejor. De alguna forma estos procederes alimentan una idea básica: tratar un tema interesante para el espectador medio, relacionado con la actualidad, tal vez el de la corrupción empresarial, idea que termina de fraguar su sobrino, Yoshio, periodista de investigación y a ratos guionista, gracias a su borrador sobre un asunto de escándalo real relacionado con la administración pública.

Su decisión de reunirse con cuatro guionistas más para armar una historia a partir de aquel planteamiento parece excesivo; están los colaboradores habituales, sí (Hideo Oguni, Ryuzo Kikushima, Shinobu Hashimoto...), pero son demasiados. Eso sí, el inicio de "Warui Yatsu hodo yoku Nemuru" es brillante, y permanece entre los momentos más memorables que haya filmado nunca: un complejo "set piece" de 20 minutos situado en una boda, la de Koichi con Yoshiko, hija de uno de los mandamases (Iwabuchi) de una gran compañía de propiedades públicas y terrenos.
Lo curioso de esta pomposa celebración donde la invalidez de la novia parece acaparar las miradas de todos es el papel que toman en ella un grupo de periodistas cuyas narices siguen el rastro de un caso de suicidio dentro de la empresa. Este es, una vez más en el cine del nipón, la clave de todo: la exposición de personajes y el deseo de contarnos los entresijos de la trama a través de la mirada de un tercero distante; esos periodistas, que van destripando a una serie de ejecutivos mientras se suceden las nupcias, sirven de narradores, la policía pulula por allí, los sudores recorren algunas frentes y los novios se mantienen en silencio con la ceremoniosidad de una representación noh.

Pero esta manera de proceder es otra arma de doble filo, ya que lo que debería permanecer oculto (la identidad de los conspiradores de ese suicidio tan sonado) se revela sin ningún pudor ante nuestros ojos gracias a la presencia de un pastel encargado con toda la mala intención para la boda; exposición que, adoptando otras formas, se irá repitiendo a lo largo de la película, dividida en actos según los villanos que son derrotados. Y quien se encarga de ello es, cómo no, un Toshiro Mifune de actuación estoica y lacónica en la piel de ese Koichi que, a poco que puede, también deja al descubierto sus tejemanejes para destruir la empresa del padre de su esposa.
Esta es la segunda gran exposición del guión y tal vez la peor, privándonos de emoción, intriga y misterio. Kurosawa sabe de sobras atraparnos en entornos asfixiantes dominados por la maldad, el cinismo y la inhumanidad (los viscosos abismos del mundo de los negocios que aquí se observan están muy heredados de las novelas sobre espionaje industrial y corrupción del genio Toshiyuki Kajiyama), pero en este caso, no sé el motivo, tiene muy poco respeto por el desarrollo de la trama, por la inteligencia de su público y en especial por sus propios personajes...

El guión podría, por ejemplo, haber aprovechado a Tatsuo (el joven hermano de Yoshiko) y convertirle en motivo de sospecha cuando está en marcha la conspiración para derrocar a Iwabuchi y los suyos, ya que, en sus propias palabras, no confía en su padre. Así se mantendría en incógnita, al menos durante un tiempo, quién es el verdadero conspirador.
¿Es Koichi?, ¿es Tatsuo?, ¿o ambos? Por desgracia, y no vamos ni por el principio de la historia, esto no sucede porque Koichi se delata ante la cámara cuando incrimina a otro ejecutivo mientras Tatsuo es desperdiciado sin piedad.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

En algunos aspectos "Warui Yatsu hodo yoku Nemuru" es un ejercicio interesante: su aspecto de "noir" clásico versando sobre temas de denuncia social siempre vigentes, su atractivo estilo, la labor del director de fotografía Yuzuru Aizawa, un increíble logro a nivel visual, cómo no las interpretaciones de un reparto donde confluyen la mitad de las grandes estrellas del cine japonés de la época (Chishu Ryu y Susumu Fujita por desgracia desaprovechados ya que los agentes de la ley y funcionarios casi no participan en la historia)...
Pero sus torpes revelaciones a destiempo y un desenlace que sin problemas se puede adivinar una hora antes echan por tierra las expectativas del gran "thriller" que pudo haber sido (no en vano fue un fracaso de taquilla), lo que ya lograría la posterior "High and Low". Eso sí, Kurosawa nos regala un instante memorable cuando Iwabuchi, victorioso, se metamorfosea ante nuestros ojos, durante una llamada telefónica, en futura víctima de los intereses de un superior invisible, como si esta cadena de violencia y sacrificio no tuviera fin...y resulta realmente desolador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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