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Voto de Chris Jiménez:
2
Terror Una banda de Hard Rock llega a la remota ciudad de Grand Guignol para actuar. Sorprendentemente, el público para el que tienen que tocar está formado por pandilleros, hombres-lobo, enanos asesinos, e incluso Hitler. Esto no es suficiente para que el cantante del grupo suspenda la actuación, más que nada porque se ha enamorado de una chica del pueblo, Cassie... (FILMAFFINITY)
3 de diciembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Psicópatas aberrantes, enanos estremecedores, caníbales empedernidos, mujeres-lobo, muertos que resucitan, paletos de la América profunda con muy mala uva, ¿qué podríamos añadir a todo este batiburrillo? ¿A Hitler? ¡Pues venga, Hitler también! Desde luego, si yo tuviera un grupo de "rock" no elegiría mejor pueblo donde tocar...

No sólo podemos rescatar la memorable "Posesión Infernal" y su secuela (las cuales están a otro nivel), sino también "The Midnight Hour", "El Regreso de los Muertos Vivientes", "Redneck Zombies", "La Muerte Viaja en Vídeo" o esta película, encumbrada por los más "freaks" del género. El director nacido en Bombay Krishna Shah, iniciado en el teatro, tuvo la suerte de cursar estudios en EE.UU. y labrarse una buena carrera en el medio televisivo y como guionista para el cine, pero su paso como director por sus lares no fue nada satisfactorio.
Se hizo conocido por el fracaso de "The River Niger" y su epopeya "Shalimar" en 1.978, desastre de enormes proporciones aunque le convirtiera en el primer realizador indio que cruzó los cánones de Bollywood y Hollywood; todos criticaban lo mismo: su peculiar y estomagante forma de dirigir y de contar historias. Esto sería lo que le llevara a refugiarse en el circuito de las infraproducciones y la cutrez, porque se despachó a gusto con " "Hard rock" Zombies", en origen un falso tráiler para incluir en "American Drive-in", otro film escrito por el mismo Shah.

Quizás adelantada a su tiempo, quizás incomprendida; podríamos disculparla de este modo, pero no. Esta castaña rodada con cuatro perras que sigue las aventuras de una patética banda de "pop rock" (quien se atreva a decir que los mendrugos esos tocan "hard rock" merece ser decapitado con una Flying V) hasta un extrañísimo pueblo de los muy profundos EE.UU., se cuadra como el epítome de la comedia de terror de los '80 por su imparable delirio que cruza su interminable hora y media. Los primeros minutos parecen rodados por un Fred Olen Ray alucinado por ácido, pero eso sólo es el principio...
Secuencias filmadas como videoclips intercaladas con momentos bizarros y surrealistas desde que el grupo sin nombre pone los pies en la mansión de la explosiva Elsa para hospedarse y ensayar allí, ignorando el aviso de una jovencita virginal de la que se prenda el musculoso líder, Jessie. Este entorno irradia suciedad, repulsión, extrañeza en sí misma; Shah se divierte cruzando "La Matanza de Texas", "2.000 Maníacos" y "Creepshow" junto a otras referencias ("Psicosis", "Posesión Infernal", "Dawn of the Dead", "The Dungeon Master", las novelas de King...) y el resultado es psicotrópico.

Lo único interesante tras diálogos de pena, actuaciones deplorables y un ritmo que cansa más cuanto más se alargan los minutos, además de la aceptable banda sonora del músico indio Paul Sabu y el que la propia película no se tome nunca en serio, es esa visión exagerada y paródica de la América conservadora que se establece en el pueblo (convenientemente llamado Grand Guignol), esa América cristiana, culta y temerosa de la repugnante Tipper Gore y sus condenatorios acólitos de la P.M.R.C.. Shah y su guionista Ball dinamitan correcciones políticas y lógica narrativa incluyendo en la salsa la aparición de nada menos que un exiliado Hitler esperando el momento para salir de la oscuridad y vengarse del Mundo...
A partir de aquí el funesto destino de los músicos (no es que el "rock" pierda gran cosa...), y el film entra en una espiral de locura donde al director, al guionista o al maldito script les importa ya nada en absoluto; todo se resume en un "¿y esto por qué pasa?". ¿Por qué hay una subnormal que lleva en brazos la cabeza de su decapitado novio?, ¿por qué cogen los tontos del pueblo un montón de cartones con las caras de artistas clásicos para alejar a los demonios?, ¿por qué hay un rabino-profeta de por medio?, ¿por qué el enano de cara horrenda se come a sí mismo?...¿y por qué cojones está la rubia todo el tiempo bailando como si con ella no fuera la cosa?

Y nadie nos contesta. Lo peor es que no por tanto disparate que se meta la película ha de ser más divertida; error: como ya he dicho, cuanto más se alarga más plomiza y aburrida se vuelve. Aparte de los graciosos Ted Wells, Jack Bliesener o la atractiva Lisa Toothman, no hay un actor a destacar sobre ningún otro porque todos brindan interpretaciones absurdas, aun siendo ese su sano cometido. Porque " "Hard rock" Zombies" no se permite tomarse en serio, ni siquiera debe tener ese derecho; la película es consciente de su estupidez y eso se agradece de algún modo.
Se adelantó en ciertos detalles a títulos como la antes nombrada "Redneck Zombies", "Terroríficamente Muertos", "Rock 'n' Roll Nightmare" (de igual premisa pero peor) o "Shaun of the Dead", a la que siempre defendí como la mejor comedia "zombie"; puede que lo sea, pero esta que nos ocupa merece situarse también como la parodia definitiva de todo el género (por lo menos de los '80), el "Aterriza como Puedas" de las películas de muertos vivientes.

Nos enseña, además, otra cosa: ¡que los "rockeros" nunca mueren!
Chris Jiménez
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