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Voto de Chris Jiménez:
6
Terror En la ciudad de Dunwich, en Nueva Inglaterra, el suicidio de un cura convierte en realidad una vieja maldición. Las puertas del Infierno se abren de par en par y liberan una horda de zombies que salen de sus criptas en busca de carne fresca... (FILMAFFINITY)
25 de diciembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las paredes se agrietan, las calles quedan ocultas por la niebla, los objetos se mueven, y extraños seres de ultratumba caminan entre nosotros aprovechando cualquier oportunidad para llevarnos con ellos.
Esta es la primera vez que se abren las puertas del Infierno.

Aunque hoy nos parezca mentira por su evidente tono cutre y vago de pura explotación, "Zombi 2" fue todo un éxito en Italia, una película que arrasó en los cines, ganó su prestigio en el extranjero más tarde y definió, junto al "Dawn of the Dead" de Romero, el cine de "zombies" que explotaría en la década siguiente; Lucio Fulci probó por primera vez con el horror, un género que le era bastante ajeno pese a haber coqueteado con él en sus anteriores "thrillers" de suspense. Este éxito cambió de arriba a abajo la manera de enfocar su carrera posterior.
Aun así, en el transcurso del rodaje de "Contrabando", es cuando decide realizar un proyecto inspirado en su amor por H.P. Lovecraft y Clark Ashton Smith, donde toma parte su colaborador Dardano Sacchetti al guión; se trasladará a EE.UU. y se convertirá en su escenario habitual. En el proceso consigue a la inglesa Catriona MacColl, quien no parece muy satisfecha con el tipo de película en el que la han metido; todos estos elementos, detalles y semejanzas formarán parte, aún sin saberlo el nativo de Roma, de una trilogía iniciada con esta "Miedo en la Ciudad de los Muertos Vivientes" que será bautizada como Trilogía de las Puertas del Infierno (homóloga de la de las Madres de Argento).

La referencia al autor es clara y directa cuando se nos sitúa entre el neblinoso y tétrico paisaje de Dunwich (en tributo a la mítica "The Dunwich Horror", que contó con una mediocre adaptación cinematográfica); en otro lugar, una joven médium presencia el terrible suicidio de un sacerdote, y a consecuencia del trauma, se desmaya muerta...mientras, los muertos ya empiezan a emerger de la tierra (efecto muy logrado que conocemos de "Zombi 2"). Estos primeros minutos consiguen marcar el tono que distinguirá a esta obra, y por ende, a sus sucesoras en la trilogía.
El inspector de policía pretende desentrañar el misterio del suceso, y nuestro instinto de cinéfilos le puede tomar rápidamente por un idiota; el director siempre ha preferido que muchas cosas queden sin explicación en sus "giallos", y es en lo inexplicable donde reside el atractivo y la propia lógica de esta historia. Remitamos a los cuentos de fantasmas de Shirley Jackson, a las evocaciones horrendas de Lovecraft, a la presencia apócrifa de ese libro de Enoc donde se trata la llegada de los demonios y gigantes a La Tierra y la caída de los ángeles; los sucesos que así vamos a presenciar pertenecen a otro orden dimensional, escabroso y maléfico, dispuesto a penetrar en nuestro mundo.

Para ello el guión utiliza un planteamiento a lo Stephen King, situando como escenario de la llegada del Mal un pequeño pueblo de tradición reaccionaria y particulares gentes ya trastocadas con sus infiernos personales, si bien casi no se harán concesiones a la introspección psicológica; esta desgana por perfilar como es debido el marco narrativo y el de personajes también forma parte de la idiosincrasia "fulciana", donde los dramas humanos poco importan (y el del pobre Bob bien se merece un mejor desarrollo), y los habitantes serán, como sucedía en "La Niebla" de Carpenter (gran influencia), meras víctimas de aterradores y aberrantes acontecimientos.
No importa el sinsentido alrededor de ese "sagaz" reportero Peter y la médium que se suponía estaba muerta y luego resulta que no (si bien su rescate del interior de la tumba es uno de los momentos más poderosos de toda la filmografía de Fulci); son los clásicos héroes que van detrás de querer resolver el misterio, homólogos de los Robert y Keith de "La Profecía", pero acusados de una falta de carisma abismal. Entre tanto, apariciones y desapariciones de espíritus, muertos vivientes, asesinatos brutales, criaturas extrañas, maldiciones milenarias y ocultismo...

El festín de lo paranormal inunda unas atmósferas tratadas desde lo inquietante y con una facilidad pasmosa para absorber al espectador (sobre todo a ese que prefiere abstraerse por la presencia de lo imposible en lugar de criticar la lógica del argumento); los mundos enfermizos de Lovecraft y Smith se plasman en pantalla, el efecto es impactante, corroe nuestras córneas y lo más seguro es que acabemos con un ojo reventado como pasa en las obras de Fulci, quien nos aprieta los intestinos con momentos repugnantes y desafía nuestros sentidos por medio de unas esferas preñadas de sádico onirismo, y así se gana el título de maestro del horror: haciendo de ello todo un arte visual.
No está de más agradecer la buena labor de efectos especiales de Franco Rufini, Rodolfo Ruzza y Gino DeRossi y el diseño artístico de Massimo Geleng. Por otra parte encabezan el reparto un soso Christopher George y esa preciosa MacColl que gracias al director acabaría siendo una de las "scream queens" definitivas del terror italiano; memorable también la presencia del propio Fulci como doctor y un joven Michele Soavi, mucho antes de dar el salto a la dirección, en una de las secuencias más brutales del film y de toda la carrera del anterior (aunque el mérito no es suyo, sino de Daniela Doria).

Y aun con los muchos problemas durante el rodaje (el italiano nunca fue un tipo fácil, ya se sabe), la fuerte censura que se levantó contra ella, el vapuleo de los críticos de turno y un final difícil de comprender, "Miedo en la Ciudad de los Muertos Vivientes" se alzó con una enorme recaudación en taquilla.
Esto dio pie a Fulci a perfeccionarse en el terror surrealista y el "gore" (que no en su habilidad para contar historias), alcanzando su trilogía y él mismo su cénit creativo en "El Más Allá", pieza maestra de la década y de referencia obligada del género, esta vez con otro libro maléfico de por medio: Eibon.
Chris Jiménez
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