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Voto de Chris Jiménez:
8
Intriga. Thriller El asesinato del reportero de televisión Peter Berg no es un hecho aislado. El clarividente Cornelius ha tenido una visión del crimen, pero por alguna extraña razón no ha podido ver al asesino. Como el hotel Luxor parece estar relacionado con los asesinatos, la policía intensifica la investigación en sus alrededores. Una terrible sospecha empieza a cobrar forma: el doctor Mabuse, un genio del crimen que pretendía dominar el mundo y a ... [+]
2 de mayo de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así como la Humanidad necesita héroes, no concibe su existencia sin villanos, quizás por ese inevitable placer sádico que subyace en su subconsciente colectivo.
Y va a tener la humildad de regresar de entre las tinieblas uno de los más retorcidos, perversos e inteligentes que hayan pisado la faz del Planeta...

Allá por 1.922, cuando Fritz Lang contaba poco más de 30 años y una carrera muy prometedora, trajo a la vida a un personaje emblemático del suspense y el expresionismo alemán: el llamado dr. Mabuse, en realidad creación del autor y periodista Norbert Jacques. Escrita por el director y su esposa Thea Von Harbou, la primera aventura del gran villano fue un éxito, pero no generaría ninguna secuela hasta once años después, cuyas ideas contra el nazismo que ya amenazaba la vida de muchos introducidas en el film hicieron de aquél un exiliado en tierras norteamericanas.
Increíble la obstinada correspondencia sobre la inmortalidad del personaje tanto dentro de su universo como fuera, pues atraviesa todos los periodos del cine, desde el mudo hasta el sonoro y acabando en la era moderna. Ya tras su vuelta a Alemania a finales de los '50, el austriaco debatirá con su productor Artur Brauner resucitar a aquel individuo que tanta fama le dio en épocas pasadas y que irónicamente fue culpable de su huida del país; pero la base para una nueva entrega no sale de un texto de Jacques, sino de la extensa y compleja novela detectivesca "Mr. Tot buys a Thousands Eyes", de Jean Forge.

Tras unos títulos de crédito donde el cineasta recupera por entero su vena más expresionista (tiene que ver el que le acompañe su antiguo director artístico Erich Kettelhut), la película nos introduce en los ribetes de la intriga por medio de un acto violento (el asesinato de un reportero) en el que se verán implicados, sin saberlo, muchos personajes. Lang elabora el guión y se percibe en su forma de crear alrededor de éstos un clima de constante tensión y misterio, mientras deja que los secretos se revelen poco a poco, si bien la identidad del conocido tirano no se demora en aparecer (de manera autorreferencial y metafílmica).
La estructura de la historia se desarrolla por medio del punto de vista multiperspectivo, pero en todo momento seguimos los pasos del comisario Kras en su afán por descubrir la relación de un reciente crimen y la figura ya olvidada de Mabuse, siendo ayudado por un adivino ciego (personaje 100% "langiano" y correspondiente a los mundos del expresionismo); todo esto termina por llevarnos al hotel Luxor, donde más sucesos extraños y peligrosos han sucedido y sucederán entre sus paredes. El director imprime un ritmo veloz a los hechos y la forma de exponerlos en el tiempo, mientras aparecen otros protagonistas, erigiéndose entre ellos una clara diferencia ontológica que los separa en su espacio compartido.

Así, Kras y el rico industrial Travers se asocian a esa cara transparente, ingenua y ética de la sociedad, donde dominan las buenas intenciones, la valentía y la intención de descubrir; frente a ellos el vendedor de seguros Mistelzweig, el adivino Cornelius y la torturada srta. Marion, los cuales son la cara oscura y enigmática, regida por el engaño, las artimañas sibilinas y la intención de ocultarse.
Y desde su refugio de sombras, Mabuse mueve los hilos y enfrenta ambas partes, como lo que siempre fue en las obras clásicas: la figuración a un tiempo esotérica y muy real de la tiranía del poder y el control sobre el ser humano y el destino de sus actos.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Todo acabó en un nuevo éxito para Lang que dio pie a muchas secuelas, pero ya ninguna dirigida por él, pues un fatal e irónico acto del destino (porque tanto en su obra como en la realidad esto está muy presente) le deja con una ceguera progresiva.
Así que decide abandonar para siempre el mundo del cine, y lo hará, para más inri, el mismo año en que se le concede una estrella en el Paseo de la Fama. Nos dejará definitivamente 16 años después pero su legado y su testamento se mantienen intocables, como los de su mítico personaje, a quien, y no por casualidad, se asemeja bastante...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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