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Voto de Chris Jiménez:
7
Thriller Un ex convicto se ve en la necesidad de enfrentarse a la Mafia para vengar la muerte de su hermano, junto a quien atracó un banco, ajeno al hecho de que la entidad estaba bajo el control de una siniestra sociedad. (FILMAFFINITY)
20 de febrero de 2023
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Salió bien, o lo pareció. Un atraco lucrativo, mucho dinero, el último trabajo, luego cada uno por su lado. Pero era el objetivo equivocado.
La "Organización" no va a dejar escapar a los autores, y uno de ellos es el hombre más implacable, más imparable, de cuantos se han cruzado...

Cuando llega 1.973, el sr. Parker ya ha protagonizado quince novelas, todas ellas de mucho éxito, y ha logrado que su nombre, apariencia, métodos y carácter queden de por vida unidos al de su creador (el infalible Donald Westlake, responsable de presentarlo oficialmente al público en "The Hunter"), así como a la vertiente más desapacible del género criminal; también ha tenido la ocasión de saltar a la gran pantalla tres veces, pero siempre, como exigió el autor, bajo un alias. Y si fue Jim Brown quien lo encarnó en "El Reparto" (adaptación de su séptima aventura "The Seventh"), el escenario vuelve a cambiar con John Flynn tras la cámara...
Éste, fanático del escritor y su personaje, da un paso importante en su prácticamente recién iniciada carrera, e irá a consagrarse como uno de los genios del "thriller" de los '70 cuando conciba su propia versión de "The Outfit", tercera vez que aquél aparecía en las páginas. Lo que pasa es que si uno echa la vista atrás no podrá olvidar la imagen de Lee Marvin en "A Quemarropa" (un Parker llamado Walker); resulta curioso por tanto saber que Robert Duvall, con su físico menudo, dará vida al experimentado delincuente, pero una vez en acción no dudaremos de su capacidad para ello.

Lo mejor del cineasta es su conocimiento del universo "parkeriano", y confecciona el libreto en base a ello, un tributo consciente. Si la novela se iniciaba con el protagonista en un motel acompañado de una muchacha y esquivando las balas de un tipo enviado a asesinarle, el anterior prepara un prólogo nada desdeñable donde le proporciona un hermano (Ed) y una digna presentación (cuya influencia podría ser el principio de "The Hunter" y de "La Huida", que Peckinpah estrenó al año anterior). A partir de aquí todo lo sucedido se corresponde al método característico del personaje.
Y tal vez no sea esencial saber que para comprender la trama literaria es necesario leer los dos títulos anteriores, cuyo orden de continuidad era muy respetado por Westlake. Flynn va a por todas sirviéndose del carisma de Duvall, tan lacónico y frío como su álter-ego; puede que más audaz y menos calculador, pero nunca trascendiendo esa línea de neutralidad que le alejaba del Bien y a la vez del Mal, de la gente "normal" (la madre de Macklin llora y él casi no la mira) pero también de los villanos que pretenden dominar el Mundo (esos rastreros desalmados de la familia de gángsters contra quien va ejecutando su venganza, cuyo poder y arrogancia desprecia).

Tanto Macklin como Parker siguen su camino, por profesionalidad e interés, sin apegarse pero sin despreciar ayuda, sin mostrar sentimientos pero correspondiendo a sus compañeros o amantes; hay una mujer, Bett (la hermosa Karen Black), que dura demasiado a su lado, pero no por eso el director va a colar una subtrama romántica. De hecho deja las pequeñas historias con las que iba evolucionando el libro (Parker apelaba por medio de cartas a sus antiguos camaradas, para acabar con cualquier plan de la "Organización") y se centra en los pasos de su anti-héroe, que hacen temblar los nervios de sus enemigos.
Su mano firme nos lanza a un mundo sucio y polvoriento, de tipejos con caras desencajadas, furcias traidoras, de cinismo y beneficio personal, muy propio de Westlake, quien llegó a afirmar que el presente film era "posiblemente la adaptación más fiel de una aventura de Parker", a pesar de sus libertades (convertir a Handy McKay en Cody y hacer de él un amigo leal de Macklin (cuando Parker no tiene tiempo para sentimentalismos ni acercamientos amistosos...), o dar a éste una familia, algo impensable; o partir la identidad del Bronson de las páginas en dos: Menner y Mailer, encarnado por Robert Ryan, totalmente aborrecible y repulsivo, en uno de sus últimos papeles).

Pero todo parece más simple en manos de Flynn, como un Siegel, un Fleischer o un Karlson cualquiera, su destreza de artesano sin escrúpulos le permite arrastrarnos al estómago de la acción y la intriga sin demasiadas reflexiones ni puntos muertos (el montaje frenético de Ralph Winters ayuda a ello), sin tan siquiera ofrecer algún comentario social típico de la época; esto es una fábula del submundo, lejos de lo tangible, y todo lo que sucede aquí parece pertenecer a un círculo hermético (si bien los efectos colaterales terminan llegando al exterior). Hay que agradecer esa atmósfera áspera, tan oscura, sofocante y sudorosa, al genio de las sombras Bruce Surtees (ya entonces operador de Eastwood).
Esa es una de las razones de la declarada fidelidad: mientras John Boorman se escoraba a un estilo experimental y colorido, marcadamente europeo, Flynn hereda la sencillez bruta de su mentor y la imprime en imágenes de extrema dureza (el carrete de bofetones a Bett, el asesinato del perro). Y siguiendo la oleada de sangre, vehículos destrozados y cuerpos atravesados por balas hasta un clímax que también recuerda al de "La Huida" (pero sin presencia femenina, una lástima...), tanto el protagonista como la película se muestran como son en sus propósitos: una fuerza imparable, nada engañosa, sin subterfugios que los guíen.

El de Chicago repetiría esta última parte, quizás homenajeándose a sí mismo, consciente o inconscientemente, en su posterior "Rolling Thunder" (muy del gusto del autor, seguro).
Pero antes de eso pudo vivir el primer éxito de su filmografía, y que ha pasado a ser una de sus obras más representativas e influyentes, ejemplo de su estilo, su brío tras la cámara y su gusto particularmente violento. Luego, no volvería a mostrar el mismo tino.
Chris Jiménez
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