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Voto de Chris Jiménez:
9
Cine negro. Drama Un profesor de universidad y su amante, una mujer casada de la alta burguesía, atropellan accidentalmente a un ciclista. Temerorosos de que se descubra el adulterio, deciden ocultar el trágico accidente. (FILMAFFINITY)
13 de junio de 2018
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Arriba: la codicia, la hipocresía, la comodidad, la corrupción; abajo: la pobreza, la opresión, la resignación, el ostracismo.
Dos mundos que no pueden hallar una vía de confluencia, aunque entre uno y otro hay más semejanzas de las que se cree...y es que el pecado está presente en todos lados.

Máxima de una de esas obras capitales de nuestro cine, incendiaria en su momento, inmortalizada con el paso de los años, un clásico del celuloide testigo de una época convulsa y extraña. "El cine español actual es políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo e industrialmente raquítico. Los españoles no están acostumbrados a ver su propia realidad. [...] Nuestros talentos emigraron a países como Argentina en busca de los sueños perdidos".
Palabras como afilados cuchillos lanzadas por un firme y valiente Juan Antonio Bardem a quien se le retorcía el hígado por la clase de cinematografía que imperaba en la década de los '50 en su país, nuestro país; siempre dispuesto a derribar los muros de la ignorancia y la falsedad de la cual se alimentaba el costumbrismo, este cineasta pegó un vuelco al panorama del cine nacional. Un día como otro cualquiera, en mitad de una carretera solitaria se produce un grave accidente que trastocará la vida de todos sus implicados.

Juan y María José atropellan a un ciclista; él aún vive tras la colisión, pero ambos, asustados, huyen abandonando al hombre a su suerte. Juan es maestro en una universidad, cargo que ha conseguido gracias al marido de su hermana, lo que le hace sentirse como un débil protegido, mientras que María José, casada con Miguel de Castro, un adinerado industrial, está inmersa en una vida de lujos. Antes fueron novios, pero la Guerra Civil les separó, lo que nadie sospecha es que ellos dos mantienen ahora un romance clandestino que bien se cuidan de ocultar.
Parece que los dos secretos están bien guardados, el del amorío y el del atropello, por desgracia Rafael, un cínico y chismoso crítico de arte que vio juntos a los amantes, chantajea a María José con la amenaza de contárselo todo a Miguel. El miedo a ser descubiertos atormenta a la mujer, pero el trato es no decir nada, esperar, aparentar que todo va bien ante sus amigos de la alta sociedad...algo muy difícil para Juan, ya que el sentimiento de culpabilidad empieza a apoderarse de él.

Construyendo una sólida reputación a base de colaborar con García Berlanga, Bardem decidió cambiar de registro después de su comedia moral "Felices Pascuas", y lo haría en compañía del productor Manuel Goyanes, con quien había trabajado anteriormente; la base de la historia (el atropello de un ciclista anónimo) provenía de un argumento escrito por Luis Fernando de Igoa sobre un hecho real, aunque el director usaría aquello como el detonante de los fatales acontecimientos de su siguiente film, en el que por fin expresaría, y sin pelos en la lengua, sus opiniones con respecto a la alta sociedad de la España franquista, que se presentaba diametralmente opuesta al de las clases proletarias y humildes.
A partir del accidente que abre amargamente el film, Bardem nos introduce en un mundo dividido, el de los triunfadores y el de los pobres. El protagonista, Juan, es testigo de la decadencia y frivolidad reinante en esas fiestas de postín donde seres corruptos, cuya preocupación por los demás es un simple cliché de su estatus, ríen ante las desgracias ajenas reflejadas en la página de sucesos del periódico; ese entorno tan seguro revestido de oropel y comodidades empieza a venirse abajo por la posibilidad de los amantes de verse descubiertos ante sus familiares y amigos, algo que acaba preocupándoles más que el hecho de haber asesinado a un hombre, por ese caradura de Rafael que adopta el papel de maestro de ceremonias con la intención de dirigir el destino de los demás.

Al otro lado de la falta de ética y la ambigüedad moral de la clase alta, se nos revela de manera implacable un Madrid destruido por la posguerra, lleno de suciedad y gentes desamparadas. María José intenta olvidarse del asunto, no obstante Juan, al cruzar los límites que separan el mundo de los abandonados y el de los privilegiados, sabe que la única manera de salvar su alma es rechazar el cinismo al que se ha resignado; una revuelta de estudiantes descontentos (la intención de Bardem es más que obvia) le recuerda sus días de íntegro luchador. Dirá adiós a la hipocresía, a las apariencias, él confesará su pecado y se librará de esa culpabilidad que le corroe las entrañas.
Alberto Closas da vida de forma brillante al atormentado Juan, y esa bellísima Lucía Bosé se gana todo nuestro desprecio encarnando a la cínica María José cuyo fulminante final será más que justo; sorprende, igualmente, Otello Tosso, en una más comedida interpretación, pero es el gran Carlos Casaravilla, ese infeliz que guarda los pecados de los demás con el fin de aprovecharse de ellos, el que logra llevarse la atención. Bardem se nutre a partes iguales del neorrealismo italiano de Antonioni (la propia Bosé había colaborado con él) y del cine negro americano, destacando en su obra grandes aspectos técnicos como una puesta en escena elegante a la vez que desoladora, la fotografía de Alfredo Fraile, el fluido montaje de Margarita Ochoa y esa dramática banda sonora de la que se encarga Isidro Maiztegui.

"Muerte de un Ciclista" fue tildada de "gravemente peligrosa" por la censura del momento a causa de sus opiniones políticas, sus comentarios sobre la Guerra Civil, su crítica a la alta sociedad y temas como el adulterio y el asesinato. Tras unos tijeretazos inmisericordes, acabó proyectándose en Cannes donde ganó el premio FIPRESCI, además de gran reconocimiento a nivel internacional.
Juan Antonio Bardem se convirtió así en un símbolo vivo de la oposición artística a la opresión de la dictadura. Su denuncia sigue resultando ahora tan demoledora como entonces.
Chris Jiménez
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