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Voto de Chris Jiménez:
6
Fantástico. Thriller. Drama Evan Treborn, un joven que se está esforzando por superar unos dolorosos recuerdos de su infancia, descubre una técnica que le permite viajar atrás en el tiempo y ocupar su cuerpo de niño para poder cambiar el curso de su dolorosa historia. Sin embargo también descubre que cualquier mínimo cambio en el pasado altera enormemente su futuro. (FILMAFFINITY)
5 de diciembre de 2017
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De repente la línea temporal de tu vida se quiebra. Un agujero en el presente, el efecto de haber tomado la decisión incorrecta, o tal vez es el destino que se abalanza sin piedad...y abres los ojos veinte años en el futuro, el tiempo ha pasado, vuelves, y no eres sino lo que decidiste o lo que te tocó ser.
¿Habría entonces alguna posibilidad de cambiar ese instante?

Porque la pregunta más terrorífica de cuantas puedan haber es "¿Y si...?", y el impacto emocional y psicológico en quien la desarrolla cuidadosamente llega a ser muy fuerte. Si mi vecino no hubiese decidido montar en moto aquella noche hoy no estaría paralítico; si una profesora no hubiese ayudado a pagar los estudios a mi compañera de instituto tal vez nunca hubiese ido a la universidad; y por supuesto yo no estaría escribiendo ahora en mi teclado si mi padre no hubiera estado allí para salvarme de morir devorado por aquel rottweiler a los 8 años. Decisiones y actos que lo determinan todo...
A grandes rasgos estas ideas, estructuradas en un guión tan bien planificado como confuso, es lo que allá por comienzos del nuevo siglo desearon plasmar Eric Bress y Jonathan Gruber, dos recién graduados en la universidad que se hicieron socios y amigos íntimos y tras servir como guionistas para la secuela de "Destino Final" se encuentran sobre todo buscando a alguien que quiera financiar un pequeño sueño aún no cumplido. Dos años estuvo dando vueltas su trabajo conjunto "Blackouts" hasta que el productor Jeff Spink se unió al equipo, y más tarde Ashton Kutcher en calidad de productor ejecutivo, auténtico pasaporte para el despegue.

A él le vemos en esa secuencia de apertura intensa y tramposa antes de empezar realmente con el pequeño Logan Lerman encarnando a un álter-ego de su personaje en una Vancouver a modo de pueblecito de la Costa Este situado a finales de los '80. Esta vuelta atrás en el tiempo, el escenario y el tono del guión recuerda a la demasiado similar epopeya de Donnie Darko estrenada sólo tres años antes, referencia seminal para esa oscura ciencia-ficción con carga psicológica y paradojas mentales que tanto proliferó a principios del 2.000, y por supuesto para el dúo Bress/Gruber.
Su descripción de esa generación de jóvenes que habrían de llamarse "millenials" es terrible, incluyendo sucesos como violencia doméstica, asesinato indiscriminado, pedofilia, odio familiar o drogadicción, un conjunto de traumas que define las vidas de los amigos Evan, Lenny, Kayleigh y su hermano Tom durante una primera media hora que abarca su infancia y adolescencia. El primer error es el hecho de querer abarcar tanto y ofreciendo mucha información en tan poco tiempo, sin profundizar como es debido en los personajes, quienes acaban resultando ridículamente transparentes (algo que Bress lamentaría más tarde).

La anomalía en este pasado trágico la marcan las lagunas mentales del protagonista, especie de enfermedad hereditaria y, tal como lo sintió Kutcher, una gran metáfora sobre todas esas cosas horribles que suceden en nuestro mundo pero preferimos ignorar y enterrar para siempre. La sucesión de eventos ha discurrido tan rápido que cuesta asimilarlo, y ahora tenemos al entonces joven de 25 años de Iowa en el típico ambiente universitario, pero asaltado sin previo aviso por esos pasajes de su vida que creyó ya borrados. ¿La manera? Unos diarios escritos por él mismo, perfecto comodín del guión y "deus ex machina" en toda regla.
La narración prosigue con pequeños "flashbacks" y sorpresas de manera imprevista debido a las decisiones que toma Evan en su presente para intentar desentrañar su pasado, dañando a las personas que más quiso, incluyendo una Kayleigh ya crecida con la belleza de Amy Smart que no saldrá muy bien parada. Este es el punto de inflexión, y a partir de aquí el universo de la película, al igual que sus técnicas, se expande, y lo que fueron "viajes" con Evan como mero espectador (donde ya podíamos averiguar el significado de esas lagunas) se convierten en saltos a un espacio-tiempo alternativo por su acción directa en momentos clave del pasado.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

El "¿Y si...?" se acerca a dos supuestos escalofriantes: estamos supeditados a los giros del destino y la posibilidad de que hayamos compartido una realidad alternativa con esa persona desconocida que está pasando por nuestro lado sin que siquiera lo intuyamos; queda otra posibilidad, remota: la de un reencuentro casual. Los guionistas/directores eligen la opción correcta en cuanto al final y su confusa y descarada epopeya independiente consigue un éxito de taquilla que aún hoy día es difícil de creer.
Los errores de este viaje de tan variopinta mezcla de estilos se descubren con mucha facilidad al profundizar más allá de su superficie, pero su objetivo, el de abrumar y alucinar al espectador joven, preferiblemente uno con la misma edad y traumas que el protagonista, se cumple con creces, manteniéndose como una de las más entretenidas peripecias de la "sci-fi" de mediados del 2.000.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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