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Voto de Chris Jiménez:
8
Aventuras. Acción. Drama Mientras los 1.500 pasajeros del Poseidón, un lujoso trasatlántico que navega de Estados Unidos a Europa, celebran la Nochevieja, estalla una feroz tormenta y una enorme ola transforma el placentero viaje en una catástrofe que puede acabar con la vida de todos los pasajeros. (FILMAFFINITY)
28 de diciembre de 2017
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Bajo pesados bloques de acero, tuberías que explosionan, paredes destrozadas por trombas de agua y sobre acantilados de turbinas, alambres retorcidos y generadores escupiendo fuego y metal, un grupo de valientes se arrastra, corre y trepa, para contar la más impresionante hazaña de sus vidas: cómo escaparon de las tripas del Poseidon.

De esas gestas cinematográficas que magnifican el Hollywood de décadas pasadas, "La Aventura del Poseidon" sentó cátedra dentro del aún emergente (y resucitado) género catastrofista en los '70, empeño de un hombre con determinación y muy inteligente, Irwin Allen, que en su deseo de plasmar en pantalla la novela homónima de Paul William Gallico, publicada poco antes sin demasiada atención, hizo frente a desafíos que podrían haber destruido el proyecto. Ante todo esta película filmada entre los escenarios del RMS Queen Mary y los más grandes decorados hasta la fecha significó el regreso a las fastuosas producciones de la época dorada del cine cuando las obras independientes conquistaban al público y la crítica.
Y se da toda una reunión de talentos a la hora de adaptar, tras virar de Avco a la Fox y con varios rechazos por el miedo de las productoras al fracaso, un intenso relato inspirado en hechos reales, desde el plantel, trufado de veteranos y estrellas jóvenes, a un equipo técnico capaz de recrear el desastre imaginado: la ola de 27 metros que le da la vuelta al envejecido transatlántico. Llamando a la más directa sensación del espectáculo cuesta creer que el presidente de Fox quisiera a un artesano como Ronald Neame, cuyo trabajo se apoyaba especialmente en la sensibilidad dramática y los relatos íntimos...

Aunque parezca mentira esto es algo vital, pues se trata de una historia sobre personajes; el director y Allen conseguirán el equilibrio perfecto entre espectáculo palomitero y melodrama, si bien se conduce por su vertiente más exagerada. Eso expone la película (mal anunciada con un resumen de lo que va a suceder, lo que elimina el suspense) durante su primera parte; tal vez estemos ante algunos trillados arquetipos, y presentados a la velocidad del rayo, pero es fácil empatizar con ellos. La razón es que al guión está el habilidoso Stirling Silliphant, cuyas caracterizaciones duras y directas pero entrañables llevan a fuego su sello.
Acá un divertido matrimonio anciano (los Rosen), allí una pareja de hermanos irritantes (Robin y Susan, cuyos padres son eliminados del argumento), un capitán carismático (Leslie Nielsen en su era de actor dramático); la nota más pintoresca la aportan el matrimonio Rogo (la voluptuosa Stella Stevens de ex-prostituta casada con un temperamental ex-policía, Ernest Borgnine) y el sacerdote de comportamiento radical Scott. Mientras nos deleitamos con el lujo del diseño de producción y la mordacidad de los diálogos, una seria duda queda debido a la incorporación de este personaje, pues lo encarna nada menos que Gene Hackman...

Porque una vez llegado el impacto, alucinante combinación de efectos artesanales y juego de maquetas que deja por tierra cualquier trabajo actual basado en el CGI, y conociendo a éste (poco antes estrella de "The French Connection") la pregunta es "¿A qué no va a poder enfrentarse?". Muy conveniente, además, que dé vida a un cura de espíritu enérgico; el resto de pasajeros que le siguen saben que cuentan con un entregadísimo siervo de Dios protegiéndoles. Puestas las cartas sobre la mesa (la única salida posible está en el casco ya que el barco se ha puesto del revés) sólo queda la travesía por el apocalíptico escenario. Y qué travesía.
Pura y dura aventura, tensión en vena, Neame suple su falta de costumbre al cine de acción con su veteranía y maneja una intriga sólida de esfuerzo físico y sorpresa impactante siempre en atmósferas opresivas y mugrientas. Silliphant y Wendell Mayes eliminan de la ecuación a otros personajes de la novela y ciertos instantes bastante desagradables que poco encajarían en un film comercial (Susan, aquí encarnada por Pamela Martin, era violada por un empleado, y su hermano Robin moría...), y el plantel, liderado por ese remedo clerical de James Bond, transmite todo el dolor y el sufrimiento que en sus propias carnes padecían sus intérpretes.

Ya que ni Stevens, ni Borgnine, ni el pequeño Eric Shea, ni siquiera la pobre Shelley Winters, de más de 50 años y con un sobrepeso considerable, contaron con dobles de acción; Allen y Neame tenían muy claro que la experiencia por la que pasaban los protagonistas debía ser real (un problema para Hackman, lesionado de la rodilla derecha, causa por la que luego siempre repudió la película). Esta tensión mortal alrededor de nuestros supervivientes es palpable entre fuego, agua, vapores y un escenario que se hace pedazos, y la filmación en orden cronológico realza la sensación de autenticidad hasta extremos sorprendentes.
La presencia del melodrama, muy característica de la firma del director, la embellece a través de descorazonadores momentos con los que empatizar fácilmente (poco a poco deseamos que todos los personajes, salvo el niño, sobrevivan); también pone a cada actor en el lugar que le corresponde, más o menos predecible. Así, el mayor conflicto que surge en el grupo se da por culpa de las fuertes personalidades de Rogo y Scott, mientras Nona (modernizada, de una bailarina a una cantante de "rock") es la chica ingenua aplastada por el trauma y, claramente, el drama pertenece a la pareja de ancianos.

Allen, en quien no confiaba nadie, salió victorioso cuando su Poseidon se alzó en los primeros puestos de las taquillas durante varias semanas, al igual que el libro, que despegó gracias al éxito de la película e incluso generó una secuela.
Habría otras embarcaciones, otras catástrofes, pero superar en envergadura, emoción, realismo y coraje a la presente es un reto complicado. En serio, ¿pensaba alguien que existía algo en ese barco, por peligroso que fuese, capaz de vencer a Hackman?
Chris Jiménez
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