Las brujas y los fantasmas se pueden inventar, las princesas y los reinos encantados formar parte de leyendas ancestrales y los monstruos sólo existen en las pesadillas.
Pero resulta que, muy de vez en cuando, la fantasía penetra en el mundo real y todas aquellas cosas imposibles toman vida más allá de las formas tangenciales de la lógica y la razón. Entonces no hay trucos ni engaños...simplemente es que los sueños no sólo pertenecen a la imaginación.

Precisamente, gracias a la fértil imaginación de los hermanos Wilhelm y Jacob Grimm hemos podido disfrutar de una infinidad de historias inolvidables. Estos alemanes que se vieron aquejados por una difícil infancia a raíz de la muerte de su padre, llegaron a convertirse en grandes filólogos y escritores dejando un inmortal legado impreso en papel al recoger fantásticas leyendas populares de la cultura alemana y trasladarlas a su libro "Kinder-und Hausmärchen", el cual contiene los más famosos cuentos, desde "Hansel y Grethel" hasta "Cenicienta" pasando por "Blancanieves y los Siete Enanitos" o "Caperucita Roja".
Cuentos que marcaron nuestra infancia, aunque poco tenían de infantiles (las lecturas y mensajes que albergaban eran pero que muy serios). Lo que pasa es que luego los cogió Walt Disney y los adaptó a su manera; de este modo, se realizaron muchísimas versiones para el mundo del cine de las aventuras imaginadas por los Grimm, siendo las de la compañía Disney las más conocidas. También es de obligado visionado la magistral obra biográfica que hicieron Henry Levin y George Pal, "El Maravilloso Mundo de los Hermanos Grimm", que contaba con Laurence Harvey y Karlheinz Böhm como protagonistas.

Ehren Kruger, responsable de cosas como "Scream 3", "Operación "Reno" " o la (repugnante) versión americana de "The Ring", escribió un guión que se mantuvo en la sombra mientras los productores de MGM se asociaban con Dimension Films a la espera de conseguir suficiente financiación, en eso que Terry Gilliam, que había pasado siete años alejado de las cámaras desde "Miedo y Asco en Las Vegas", sintió interés por dirigir el proyecto, aunque acabó por reescribir la historia de Kruger junto a su colaborador Tony Grisoni.
Ahora, Jacob y Wilhelm no son simples historiadores y escritores de cuentos (si dichos oficios pueden ser considerados "simples"), sino un par de timadores que se aprovechan de la credulidad de las gentes organizando falsas cazas de seres de fantasía en la Alemania ocupada por los franceses del siglo XIX. Sin embargo, misteriosos acontecimientos se suceden en los bosques de Marbaden, donde las niñas del lugar están desapareciendo sin dejar rastro; pero detrás no hay ningún farsante que pretenda aterrizar al pueblo, sino la maldición de la reina de Turingia, que necesita la sangre de doce inocentes para recuperar su juventud, con lo que los Grimm deberán viajar a Marbaden y deshacer el entuerto.

No es que hubiera muchos seguidores de esta película en el momento de su estreno, y sigue sin haber hoy en día, pero es más que lógico; el guión de Kruger, "retocado" por Gilliam y Grisoni, se apodera de las figuras de Jacob y Wilhelm Grimm y las trastoca sin compasión ninguna, ofreciendo una imagen tergiversada y prostituida de éstos, tal como ha ocurrido en otras películas similares ("Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros", "La Liga de los Hombres Extraordinarios", "Hansel y Gretel: Cazadores de Brujas"...). El convertir a los escritores de cuentos en unos estafadores sin escrúpulos, además de tomarse muy a la ligera su pasado y aspectos (en realidad, Jacob era el hermano mayor), no hizo gracia al personal, y habría que darles la razón...
No obstante, y aunque tuviese que aguantar las exigencias de los Weinstein (lo que produjo grandes conflictos durante el rodaje), se trata de una película de alguien tan visionario como Terry Gilliam, cuya obra de estilo tan particular y fascinante no hay que tomar a la ligera; quitando la poca fidelidad del guión con respecto a los protagonistas, "El Secreto de los Hermanos Grimm" no es otra cosa que una gran película de fantasía y aventuras en la mejor tradición del género, adornada por una macabra estética de folklore gótico, el característico humor negro de Gilliam y un buen puñado de guiños a los cuentos de los Grimm.

Unos irreconocibles Matt Damon y Heath Ledger logran ganarse nuestra simpatía, aunque a veces se hagan irritantes, carácter que, por otra parte, mantienen Jonathan Pryce y Peter Stormare durante toda la trama. Una imponente Lena Headey antes de ser la Gorgo de "300" está bastante correcta, al igual que Tomás Hanák; Monica Bellucci, despampanante actriz a la que nunca he tenido en buena estima, hace lo que mejor sabe: pasear su belleza por la pantalla...y nada más.
El director, contando con un magnífico despliegue de efectos visuales y el brillante trabajo de fotografía de Newton Thomas Sigel, lleva la magia de los cuentos a la realidad y nos hace reír y estremecernos al mismo tiempo, sumergiéndonos en un imaginario de ensueño en el que todo es posible, donde la literatura de Tolkien parece cruzarse con el universo de Tim Burton.

Hay muchos momentos y escenas memorables, pero la que se me quedó grabada fue la del pozo, cuando ese ser indescriptible surgido del agua y el barro captura a Sasha dejándola previamente sin rostro. Nunca sabes con qué te va a sorprender Gilliam...pero el caso es que lo logra, el condenado.