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Voto de Chris Jiménez:
10
Drama En Los Ángeles, durante una jornada especialmente agobiante a causa del calor y del colapso del tráfico, de repente, un ciudadano normal se rebela de manera violenta y destructiva contra todo lo que lo rodea. Bill Foster (Michael Douglas) no es más que un hombre corriente que supera como puede las frustraciones de cada día y que lo único que quiere es regresar a casa. Un oficial del departamento de policía (Robert Duvall) intentará ... [+]
4 de enero de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un día jodidamente caluroso. Un jodido atasco en mitad de Los Ángeles. Un jodido coche con el aire acondicionado estropeado. Unos jodidos carteles con la palabra "demora" escrita. Una jodida multitud que pone de los nervios con sus gritos. La jodida bandera de los EE.UU. por todas partes.
Cuando la desesperación nos hace cruzar el límite podemos hacer cosas impensables. Este hombre corriente lo ha cruzado.

Se llama William Foster (Bill, como a él le gusta). Antiguo ingeniero de defensa, ahora se encuentra sin empleo, y con una ex-esposa que tiene una orden de alejamiento contra él; es, a todos los efectos, un hombre sin nada que perder. A esta depresiva situación se le junta una gran insatisfacción con respecto al sitio en el que le ha tocado vivir: la ciudad de Los Ángeles, una sociedad corrupta, injusta, hipócrita, insegura y capitalista.
En ella Bill tiene que aguantar el coexistir con pandilleros mejicanos armados, vagabundos molestos, maricas, negros, policías incompetentes, drogadictos, inmigrantes asiáticos que se aprovechan de los consumidores, nazis intolerantes y snobs egoístas, entre restaurantes de comida rápida engañosos, chalets enormes de cirujanos plásticos y otros seres que pululan por las calles que ni llegan al grado de escoria; el atasco en el que está retenido, y sin aire acondicionado en su vehículo, será la gota que colme el vaso. Pero tiene un objetivo claro: a asistir al cumpleaños de su hija quiera la zorra de su ex-mujer o no. De este modo, cual Ulises, emprende una odisea de vuelta a casa...y el camino se presagia lleno de peligros.

Parece mentira que esté producida y respaldada por una compañía como la Warner Bros., cuando le pegaría más ser un film de serie "B" de bajo presupuesto, que son los que suelen expresan sus ideas con más libertad, o haber sido realizada en las décadas de los '60 y '70 por gente como Don Siegel, Martin Scorsese, Sidney Lumet o Sam Peckinpah. Pero nada de eso, el que está detrás de esta maravillosa rareza de obra es Joel Schumacher, un director que, antes y después de ser seleccionado para adaptar la historia de Ebbe Roe Smith, siempre siguió por unos derroteros bastantes comerciales desde el inicio su carrera, donde sobresalen títulos tan conocidos como "Jóvenes Ocultos" o las entregas del héroe Batman.
Aquí, no obstante, demuestra ser el perfecto para llevar a cabo esta enorme producción de desenfrenada acción a lo Tony Scott, "thriller" psicológico, drama del más amargo, un desencanto social condenado con extrema dureza y momentos y diálogos de un retorcido humor negro que ni los de Tarantino, rodada en L.A. en un ambiente de enorme tensión social, entre los disturbios que sucedieron tras la paliza de unos policías blancos al taxista negro Rodney King (pero cuando es al revés nadie se puede quejar, ¿no?),

"Un Día de Furia" explora, en forma de feroz ataque al sistema estadounidense tan biempensante, corrupto, capitalista y regido por torpes leyes, el sufrimiento y agotamiento del ciudadano medio supeditado a ese mismo sistema, forzado a obedecer unos abusivos códigos prefijados con toda la resignación posible. El personaje protagonista no pretende ser un héroe, ni un icono anti-sistema, es lo diametralmente opuesto, quizá la personificación de un poder arcaico incomprendido buscando su sitio en un mundo nuevo e incomprensible (como le sucede a Prendergast, si lo han notado) y al que el dicho "renovarse o morir" le asalta de forma constante, pero ante todo es un antihéroe, reflejo de ese hombre corriente al cual la paciencia se le esfuma...fíjense en sus intenciones:
¿Acaso desea asaltar la Casa Blanca y decapitar al presidente?, ¿prenderle fuego a alguna calle?, ¿matar a todos los transeúntes que se encuentra?, ¿entrar en una comisaría y arramblar contra los agentes cual Terminator? No, sólo quiere ver a su hija, regresar a un supuesto hogar ideal lejos del mundanal ruido.

Ni que decir tiene que todos en nuestro interior guardamos a un Bill Foster ansioso por salir y mandar a paseo tanta basura, destrozando, barriendo todo y a todos, y aun así, ¿seríamos los malos? Puede que eso sea lo que nos viene a decir el film, que no hay ni malos ni buenos, sino seres humanos extenuados.
En este papel deslumbra un Michael Douglas al borde de su capacidad como actor realizando una de las mejores interpretaciones de toda su carrera, seguido de un brutal Robert Duvall y la buena presencia de esas geniales Rachel Ticotin y Barbara Hershey, todos bien acompañados de la estimulante banda sonora de James Newton Howard, los grandes efectos especiales y la labor del entonces director de fotografía Andrzej Bartkowiak. Sin temor a equivocarnos podemos decir que "Un Día de Furia" es una de las películas más incendiarias jamás realizadas por un gran estudio hollywoodiense, llegando antes que las también imprescindibles, en ese contexto, "Asesinos Natos", "American History X" o "El Club de la Lucha". Por supuesto también es la mejor en la filmografía de Schumacher.

Indiscutiblemente, una obra maestra. El crítico John Truby opinó de ella: "una anti-"Odisea" sobre la mentira del Sueño Americano". A mí me suena perfecto.
Chris Jiménez
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