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Voto de Chris Jiménez:
7
Intriga. Thriller. Cine negro Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el padre de Alicia Huberman, un espía nazi, es condenado por traición contra los Estados Unidos. Después del juicio, Alicia da una fiesta en la que aparece un apuesto desconocido llamado Devlin. Se trata de un agente de los servicios de Inteligencia que reclama su colaboración para atrapar a Alexander Sebastian, el cerebro de los nazis en Brasil. Al principio se muestra reacia, pero finalmente ... [+]
20 de julio de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lanzada al peligro y atrapada entre dos hombres, a su vez dos naciones, Alicia se desenvuelve como espía contra su voluntad, convirtiéndose en uno de los personajes femeninos más torturados de la carrera de Alfred Hitchcock...

No podía ser otra que Ingrid Bergman la encargada de interpretar tan soñado papel, que el anterior imaginó con gran ilusión tras sentir que su conexión y comprensión con la actriz durante la reciente y exitosa "Recuerda" pasó a ser algo muy especial como pocas veces, o quizás ninguna, le había sucedido. Trabajará muy duro con el gran guionista Ben Hecht una vez más teniendo como referencia una interesante historia corta de John T. Foote; más aún, la futura "Notorious" va a marcar un importante punto y aparte en el control que el inglés ejercerá en sus producciones.
David O. Selznick está sangrando con la de "Duelo al Sol", así que va a ofrecerle un proyecto que le resulta más molesto que otra cosa a RKO por una buena suma de dinero; a pesar de continuar sus trifulcas con aquél por temas como no querer a Cary Grant en el reparto o la exclusión del uranio de la trama debido al uso de dicho elemento en la fabricación de armamento atómico (hacía poco fueron lanzadas las bombas sobre Japón además de investigar el F.B.I. a Hitchcock por la información que poseía sobre el material). Aun así, con RKO de refugio, se le prohíbe al productor el acceso al plató y su contrincante obtiene toda la libertad creativa que desea.

Estamos en un periodo muy especial para la filmografía del cineasta y para el cine en general, provocado por el desarrollo de la 2.ª Guerra Mundial, la victoria de los Aliados y el desprecio y sospecha de los enemigos. El comienzo ya hace gala de este sentimiento al ser condenado por traición John Huberman, espía alemán; la historia de T. Foote, situada en la 1.ª Guerra, cambia a este escenario más apropiado pero poco varía sus principios argumentales (manipular a una mujer para convertirla en espía).
Es Grant, camuflado de agente secreto y dotado de una pasmosa frialdad, el responsable, a partir de una inolvidable presentación, de espaldas y en penumbra, subrayándose de este modo el poder que ejercen aquellos en las sombras desde secretas organizaciones gubernamentales. Narrada por entero a partir del punto de vista de la protagonista, hija de Huberman, la conversión que experimenta de despreocupada chica de sociedad a "Mata-hari" de declaradas inclinaciones patrióticas, encuentra un reflejo torcido del rapto de Perséfone, siendo en esta ocasión lanzada por los dioses (el F.B.I.) en brazos de un Hades (Sebastian) del que estuvo enamorada para habitar un inframundo de espionaje, oscuro y malévolo.

No podría resultar más impactante y reveladora esta representación de la maldad que cuando el grupo de espías, reunidos en la mansión de Sebastian cuales socios de un prestigioso club de caballeros, planean deshacerse de un compañero (Emil) por un traspiés cometido poco antes...con él frente a ellos, quienes sugieren la eliminación de manera muy elegante. Un inframundo dominado por esa Rea que toma el papel de madre de Sebastian (Leopoldine Konstantin, veterana austrohúngara de los tiempos del mudo, se mantiene como imbatible villana femenina en la filmografía "hitchcockiana").
Amparada por una atmósfera de amenaza y continua sospecha (que define la fotografía de Ted Tetzlaff, impregnada de zonas oscuras y con la imposición de los negros sobre los blancos), el uso de elaborados planos-secuencia para mayor presencia de tensión y la fuerza visual de los planos-detalle (al igual que en "Recuerda") que dan cuerpo a la intriga del film, sostenida sobre elementos clave (una llave, una puerta que no abre, una taza de café), termina de redondearse con la inclusión, inesperada y un tanto desconcertante (ya habrá pasado más de la mitad de película) del uranio que parece abrir un punto de inflexión en la historia.

Sin embargo no es sino una de las más efectivas muestras de la utilización del engaño del maestro Hitchcock, pues todos esos elementos son un cúmulo de meros "macguffins" cuya función es jugar con la atmósfera y el suspense y por ende con las emociones del espectador en total correspondencia con las emociones de esa Alicia-Perséfone que compone Bergman tan melodramáticamente. En realidad "Notorious" se desvía por los cauces de una sofisticada "screwball comedy"...pero sin humor y espolvoreada de espionaje; el escenario, los susodichos objetos clave, los personajes secundarios, todo es soporte del tema principal.
Que es la encrucijada de amores no correspondidos y perversos celos en los que se ve atrapada la heroína por servicio al país, encadenada a un témpano de hielo como Devlin, quien hace lo posible por enterrar sus sentimientos en favor del cumplimiento profesional, y objeto de obsesión de Sebastian, encadenado a ella por amor, de tal modo que este "villano" muy bien encarnado por Claude Rains puede ganarse nuestra simpatía mucho antes que el anterior, y más aún al hacerse hincapié sobre su débil y patética figura, sometido por una despótica "magna mater" y sus colegas conspiradores, que le auguran el mismo destino que a aquel pobre Emil.

Aterradora muestra de poder la que nos vapulea en un colofón donde de nuevo la sugerencia es la mejor arma para poner nuestros nervios a flor de piel; sin embargo la acción se corta y, literalmente, se nos da con la puerta en las narices. Ya con Perséfone rescatada por su Adonis particular parece innecesario seguir la historia, que queda incompleta...
Tampoco le sienta bien la incómoda frialdad de Grant y la tendencia al exceso dramático de Bergman, que resiente la química de ambos (en las antípodas de la lograda con Gregory Peck). Sin embargo no pudo tener esta obra más elogios en su momento, convertida casi al instante en uno de los mayores clásicos del director, título que no le doy, muy a mi pesar ya que las claves de su intriga y su facilidad para absorber al espectador son irresistibles.
Chris Jiménez
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